lunes, 30 de diciembre de 2013

EL VIAJE DE TU VIDA

Esta mañana me he vestido deprisa y he salido sin desayunar.  Hoy tengo una presentación con un cliente importante. Me he puesto mi uniforme de ejecutiva y como es habitual en mí, la camisa sin planchar. El cabello desordenado y la mirada algo difusa frente al espejo. He terminado de maquillarme en un semáforo. Por mi mente han pasado las imágenes del powerpoint que he aprendido de memoria, pero también de los mejores y peores momentos de los últimos meses. Siempre me ha gustado hacer balance de todo y analizar mi vida en profundidad, sobre todo a final de año. Mi pasatiempo favorito es crear eslóganes publicitarios de mis momentos irrepetibles  y últimamente sólo encuentro frases inconexas, estrés y problemas sin resolver. Nada digno de un león de oro en Cannes. Y día tras día amanezco inquieta, indecisa, exhausta y lidiando con un trabajo estresante en una agencia de publicidad, que a final de año, se encuentra a punto de la quiebra.
Tengo que tomar una decisión o conformarme con la situación y en medio de todo esto se encuentra  EL VIAJE. Sí, las vacaciones de Navidad. Ya tengo todo planeado. El 30 de diciembre me marcho con mi novio a México y a la vuelta iniciaremos los preparativos de la boda. Llevamos cinco años juntos. Al principio todo iba sobre ruedas. Mi vida al lado de Juan era como una montaña rusa donde siempre me encontraba en el punto más alto, disfrutando del presente, hasta que un día, sin previo aviso, el vagón comenzó a precipitarse en el vacío y yo no tenía donde agarrarme. La rutina hizo mella en nuestra relación y la crisis económica terminó agrandando ese agujero imperceptible que poco a poco comenzaba a ser un abismo insalvable entre los dos. Pero yo no imagino mi vida sin él, ni él sin mí. Supongo que sabes a qué me refiero. Y es que nos pasa a todos, la costumbre se ha convertido en nuestro animal de compañía predilecto.
Así que ahora sólo quiero marcharme lejos. Olvidarme del frío, de la Navidad y de los compromisos y ya me imagino a mi misma dentro del avión. Cuando cierro los ojos veo una playa desierta, el suave rumor del mar invitándome a entrar y a confundirme juguetona y feliz entre sus olas. Otra vez Fin de Año. Esta vez prefiero no hacer balance. Sólo quiero hacer la maleta sin pensar. Llevarme aquellos libros que nunca termino de leer y mis prendas de verano favoritas. Abandonarme a simplemente no hacer nada.
La mañana ha transcurrido deprisa y la presentación ha sido un éxito, como esperaba. El cliente nos ha confirmado su continuidad, pero mi cabeza está en otra cosa. Un último vistazo a mi agenda, recojo mi mesa y me despido de mis compañeros. Sonrisas, Feliz Navidad, buenos deseos y un hasta el año próximo, hasta la vuelta. Ahora me siento relajada y por primera vez en mucho tiempo una sonrisa me acompaña. Me subo al coche, acelero y me confundo entre la multitud de coches. El asfalto está congelado. Se presiente el atasco. Enciendo la radio. Cambio de canal y comienzo a aclarar mis ideas. Acabo de pasar de largo mi calle y el portal de mi casa. He decidido arriesgarme, seguir adelante y emprender un nuevo viaje. Adiós a Juan, adiós a México y adiós maleta. Todo ha sucedido en cuestión de segundos, pero lo tengo claro. En esta nueva etapa no necesito cargar con equipaje.

Hay veces en la vida en los que es necesario un cambio de itinerario, como igual de necesaria es una gota de océano en medio de un abrasador desierto y entonces lo que parece ser el final da lugar a un nuevo comienzo. Simplemente sientes dentro de ti que ha llegado el momento de volver a pasar tiempo contigo mismo, de quererte tal y como eres y de recuperar tu felicidad personal. Ya sé dónde iré. Me marcharé a pasar unos días al pueblo de mis abuelos, donde transcurrió mi infancia y a la vuelta volveré a confiar en la vida, me escucharé a mí misma y haré aquello que sienta. No quiero volver a hacer planes, ni programar mi vida minuto a minuto. Acabo de abrir la ventanilla del coche y he lanzado al aire mi agenda. Subo el volumen de la música,  me quito los tacones, los tiro al asiento de atrás y me pongo a cantar. Siento una emoción indescriptible. Sin duda alguna el viaje de mi vida está a punto de comenzar y  aunque no sé a dónde llegaré, sí conozco la ruta por la que a partir de este momento quiero conducir mi vida y comenzaré el año feliz y brindando por mi nuevo destino sin protocolos ni compromisos autoimpuestos.

Y tú ¿estás preparado para emprender un nuevo viaje? A veces nos pasamos toda nuestra vida viajando de un lugar a otro sin encontrar nuestro sitio y otras nos estancamos y permanecemos demasiado tiempo en el mismo lugar por temor a lo desconocido. Sean cuáles sean tus circunstancias personales, puedes empezar el viaje de tu vida en el momento que decidas y te sientas preparado. No importa que sea Navidad y estés rodeado de compromisos. No olvides que tú eres el conductor de tu propia vida y sólo tú puedes decidir el itinerario y el equipaje que deseas llevar contigo. Mira a tu alrededor, si no te gusta el paisaje que te rodea o la rutina que llevas cada día, ha llegado el momento de poner un nuevo rumbo a tu vida y para ello no necesitas marcharte demasiado lejos, sólo será necesario un cambio de mentalidad y que descubras aquello que te rodea con nuevos ojos, como la primera vez que viajas a un país que no conoces y así encontrarás oportunidades donde antes sólo veías obstáculos y un nuevo camino se abrirá ante ti.

Así comienza el viaje de tu vida, con una maleta cargada de sueños y un Diario de Viaje lleno de páginas en blanco,  para que seas tú mismo quien narre sus propias aventuras y hagas realidad tus sueños en el lugar que decidas, donde el corazón te lleve y tu alma se sienta libre y segura.

sábado, 28 de diciembre de 2013

EL TRAJE A MEDIDA

¿Sabes cuando comenzó a cambiar mi vida realmente? El día en el que estrené mi primer traje a medida. Hasta entonces todo lo que habitaba en mi persona era demasiado grande o demasiado pequeño y no sólo en lo que se refiere a mi vestuario, esto abarcaba a mi vida entera. En mi trabajo era un contable más, sin perspectivas de ascenso, yo sabía que podía progresar pero me sentía incapaz de hacerlo y en mi vida personal cada paso que daba era torpe, indeciso, sin personalidad y falto de acierto.

Si quieres saber por qué dejaba tan poca  huella en la mayoría de las personas no tengo respuesta a esa pregunta porque ni siquiera me conocía a mí mismo. Sólo sé que cuando iba por la calle mis amigos me evitaban y casi siempre caminaba pegado a las paredes o me hacía el distraído cuando me encontraba a algún conocido para no tener que saludarle y contarle lo evidente, que mi vida no caminaba por donde yo deseaba. Tal vez el problema sea que desde que somos pequeños nos venden una falsa idea del éxito alejada de la realidad y si tus expectativas no se cumplen, entonces sientes que eres un fracasado y que  nada parece estar hecho a tu medida. En definitiva, sientes que no encajas.

Un día cualquiera de un mes cualquiera, me encontré frente al escaparate de una elegante tienda de trajes de caballero y mis ojos se detuvieron ante una chaqueta azul de acabado impecable, cuyas medidas encajaban perfectamente en la silueta del maniquí que me observaba fijamente tras el otro lado del cristal. Seguí explorando la tienda y me fijé en un cartel cuidadosamente escrito con letra de imprenta, que rezaba "Se  hacen trajes a medida" e inmediatamente sentí un impulso incontrolable, una fuerza  invisible que me arrastró al interior del establecimiento y me situó frente a un agradable dependiente, vestido con amable sonrisa y de educación exquisita, que en tan sólo un abrir y cerrar de ojos me recomendó el color y  el tejido más adecuado y me tomó las medidas, así que casi sin darme cuenta había realizado el pedido de mi primer traje a medida. En dos semanas estaría listo. Guardé el resguardo en mi bolsillo y me marché sin creerme aún mi atrevimiento.
 
Las dos semanas siguientes me las pasé nervioso e ilusionado, imaginando el resultado final de mi nuevo traje y haciéndole espacio en mi armario mientras ordenaba mi ropa y observaba los cuatro trajes que tenía, dos me quedaban demasiado estrechos y de los otros dos me sobraban varias tallas, pero aún así yo los seguía usando cada día. Y allí colgados en su percha, mis trajes parecían decirme que mi vida no les pertenecía y que en realidad había nacido para llevar un traje a medida.
 
Por fin llegó el gran día, el día de recoger mi traje a medida. Era sábado. Me levanté temprano, me puse lo primero que encontré en el armario y me encaminé a la tienda tranquilo y confiado, con un talante diferente. Las calles parecían abrirse a mi paso y el miedo desapareció de mi rostro y en su lugar, una sonrisa triunfadora se convirtió en mi mejor carta de presentación. Cuando llegué a la tienda el dependiente parecía estar esperándome, pues ya tenía mi traje preparado, inmaculadamente colocado sobre una percha encima del mostrador. Fui al probador y en cuanto me puse el traje me sentí diferente. Encajaba a la perfección en mi silueta, me quedaba como un guante. Sentía flexibilidad, comodidad y también mucha seguridad en mí mismo.  Dejé lo que llevaba puesto en el probador, pagué mi pedido y sin pensarlo dos veces salí de la tienda impecablemente vestido con mi recién estrenado traje a medida.
 
A partir de aquel día adquirí una nueva dimensión de mi persona y comencé a sentirme bien conmigo mismo. Mi caminar se volvió seguro y confiado, dejé de esconderme tras las esquinas, mi lugar estaba en un lugar visible de la acera y así dejé de pasar desapercibido para la gran mayoría. Recibía saludos a mi paso, en los comercios me trataban con renovada amabilidad y en mi trabajo mis compañeros comenzaron a verme con ojos nuevos y pronto fui ascendido a jefe de departamento. En una cafetería, en una reunión de amigos, en un viaje de negocios...siempre sucedía lo mismo, me convertía en el centro de atención y era tratado con el máximo respeto y admiración. Y todo se lo debía a mi traje a medida. En un abrir y cerrar de ojos mis antiguos complejos desaparecieron y ya no me atrevía a quitarme mi nuevo traje, ni siquiera en sueños.
 
¿Por qué no me había hecho un traje antes? me preguntaba a mí mismo mientras veía cómo me convertía en alguien carismático e influyente, el tipo de hombre que siempre había deseado ser. Tenía que haber algún truco en la confección, quizás el tejido tenía propiedades mágicas pensé....Me sentía intrigado, así que una tarde en la que mis compromisos me lo permitieron decidí encaminarme con paso veloz a la tienda. El dependiente me recibió con una sonrisa. En pocas palabras le relaté lo que él ya parecía saber, que  el éxito me acompañaba desde que el traje a medida usaba y entonces me dijo algo que no he podido olvidar: "No hay secretos en la confección de tu traje, como tampoco hay secretos para el éxito. El único secreto es que el traje está hecho a tu medida y sólo tú encajas en esas medidas, nadie más. En la vida sucede lo mismo. Cuando encuentras aquello que se adapta a ti, comienzas a sentirte bien contigo mismo y para encontrarlo debes conocerte a ti mismo,  entonces te darás cuenta que has encontrado tu sitio en la vida. A veces te pasas toda la vida buscando tu lugar en el mundo sin encontrar tu camino,  por eso el único secreto es escucharte a ti mismo, para  descubrir cuál es tu medida, aquello que mejor te encaja. Si aún no has encontrado tu traje a medida, no te quedes con el que llevas puesto por comodidad y sigue buscando. Todos tenemos un traje a medida y  está hecho exactamente con aquellas experiencias que necesitamos y que nos corresponde vivir para permitirnos crecer como personas y encaminarnos hacia nuestra felicidad personal. Y cuando descubras aquello que mejor se adapta a tu persona, alcanzarás el equilibrio en cada situación de tu vida".  

Entonces comprendí que mi traje no era mágico, sólo me había ayudado a descubrir mi potencial y a encontrar mi propia medida en la vida, pero era yo quien lo hacía posible. Así que, a partir de aquel día decidí hacerme todos mis trajes a medida y dejé de usar los antiguos trajes,  que por comodidad había llevado demasiado tiempo, aun cuando no encajaban con mi forma de ser ni con mi persona.

Así que si alguna vez sientes que tu vida no marcha como a ti te gustaría o no te sientes bien contigo mismo, no sigas llevando el traje que no te corresponde. Párate, escucha lo que sientes y descubre cuál es tu medida. Seguro que hay algo que se adapta a ti y sabes hacer mejor que los demás. Todos tenemos un talento especial, un traje a medida, pero debemos encontrarlo y para ello nada mejor que conectar con nuestro interior y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué es lo que más me gusta hacer? ¿Qué me  llena y me hace feliz? Cuando encuentres la respuesta, habrás encontrado tu medida perfecta.


 
 
 

viernes, 20 de diciembre de 2013

BORRAR LA PIZARRA

¿Alguna vez en tu vida te has sentido saturado? Seguro que sí y seguro que además tenías un buen motivo para ello. Sin embargo también es cierto que  los seres humanos nos colapsamos muchas veces por la acumulación de problemas. Es decir por la suma de lo que nos agobió ayer, además de lo que nos agobia hoy y lo que pensamos que nos agobiará mañana. Es como cuando vamos por una carretera donde hay más coches de lo normal, se produce un atasco. En nuestra vida sucede lo mismo con los problemas, con aquellos que ya existen en nuestra vida y con aquellos otros que aún no existen pero ya les hemos dado vida en nuestra mente. Y esto hace que nos saturemos.

Desde hace un tiempo y debido a la incertidumbre en la que se desarrolla nuestra vida en la actualidad, donde sabemos que no hay nada seguro y todo puede cambiar en tan solo un segundo, he decidido desarrollar mi vida exclusivamente en modo presente y cada día entreno mi mente para ello atendiendo  exclusivamente a lo que me sucede en el día de hoy y centrándome en vivir cada experiencia diaria como si fuera un momento único en mi vida, aunque esos momentos sean tan irrelevantes como ir a comprar el pan o limpiar la cocina, pero son parte de mi realidad y conforman mi día a día y mañana amanecerá un nuevo día que comenzaré con energía e ilusión atendiendo a lo que ese día la vida me depare y tomando las decisiones adecuadas para llegar al lugar que quiero en la vida. Sobre todo debemos tener en cuenta que nada está predeterminado y que todo puede cambiar si hacemos lo necesario para que ese cambio se produzca, pues el cambio depende de nosotros, no de circunstancias externas, así que no te dejes llevar por lo que te sucede porque tú eres el motor que lo hace posible.

A veces la causa de nuestra propia infelicidad somos nosotros mismos, pues en lugar de resolver la situación que tenemos delante, dejamos que nuestra mente nos lleve de viaje continuamente al pasado y al futuro y es ahí donde desarrollamos nuestra vida la mayor parte del tiempo, perdiendo nuestra energía en situaciones que suponemos, pero aún no han tenido lugar  o bien en hechos que ya sucedieron y no podemos cambiar por más que nos reprochemos a nosotros mismos el no haber actuado de otra manera.
 
Recuerdo una vez cuando era pequeña que mi querida abuela Carmen me dio a leer un artículo que no he podido olvidar. Decía que cada noche antes de irnos a dormir debemos borrar la pizarra y no llevarnos los problemas a  nuestro lugar de descanso, ni consultarlo con la almohada mientras intentamos conciliar el sueño y al día siguiente, cuando nos levantemos debemos  empezar de nuevo, con nuestra pizarra limpia, dejando espacio a lo nuevo y sin arrastrar lo que ha sucedido el día anterior. Es como cuando estabas en el colegio y tu profesor borraba la pizarra después de haber explicado un problema de matemáticas de difícil solución. Seguro que sentías alivio al ver cómo desaparecían todas aquellas operaciones matemáticas que no entendías y tu profesor pasaba a una actividad diferente con la pizarra otra vez limpia. Evidentemente no podemos borrar lo que nos sucede, si dijera "borrón y cuenta nueva" estaría mintiendo, pero sí podemos borrar nuestra actitud negativa y de derrota a la hora de enfrentarnos a los problemas y aprender a manejar las situaciones y los hechos que nos suceden dándoles el espacio adecuado en nuestra pizarra, sin sobredimensionarlos.

Ha pasado mucho tiempo pero no he podido olvidar este sabio consejo cada vez que me entran agobios o preocupaciones. Y es que los seres humanos somos expertos en hacer la montaña y en coronar la cima. Por eso, no lo olvides, preocúpate por el día de hoy y no por lo que aún no ha llegado a tu vida, porque tu mañana aún no existe, lo creas tú y depende de cómo actúes hoy y de las decisiones que tomes ahora mismo.

Así que, si quieres disfrutar de la vida que siempre has soñado y deseado, no olvides borrar tu pizarra cada noche y empezar cada nuevo día con ilusión y tu pizarra limpia, para que tengas suficiente espacio para escribir en ella todos tus sueños y puedas hacerlos realidad con tu acción y con tu pensamiento.
 

domingo, 15 de diciembre de 2013

CUANDO LLEGUE ENERO

¿Eres de los que se hacen propósitos para el nuevo año? Porque quien más, quien menos, todos nos proponemos empezar cada año de forma renovada y así estrenarnos a nosotros mismos en el que será el año definitivo de nuestra vida. Así, llegas al 31 de Diciembre y sigues todos los rituales propios de esa noche. Te pones tu mejor traje e iluminas tu noche con una gran sonrisa, preparado para dar la bienvenida al que por fin será tu gran año.

Los propósitos que nos hacemos son de lo más variado, pero a menudo coinciden con los de la gran mayoría, así que mientras suena la primera campanada algunos deciden ponerse en forma apuntándose a un gimnasio, repica la segunda campanada y piensas en cambiar un aspecto de tu carácter que no te gusta, con la tercera esperas que este año que comienza encontrarás al amor de tu vida o te casarás con tu pareja si ya la tienes y con la cuarta brindarás por empezar el año con un nuevo trabajo, llega la quinta y decides cambiar tu rutina y con la sexta tener un hijo, con la séptima hacer nuevos amigos, en alguna de las últimas campanadas planeas realizar el viaje de tu vida y casi te atragantas porque te quedan más uvas en el plato que campanadas,  así que al final brindas con tu copa mirando al cielo agradecido por tu buena salud y deseando hacer realidad todos y cada uno de tus propósitos.

Lo malo es que muchos de estos propósitos desaparecen con la misma rapidez que las burbujas desaparecen de nuestra copa de champán el 31 de diciembre y se quedan en meras intenciones que no llegamos a hacer realidad, así que, cuando damos el salto al 1 de Enero y comienza un nuevo año, nos desilusionamos al ver que todo sigue igual en nuestra vida, en algunos casos porque cambiar una situación no depende exclusivamente de nosotros, como el hecho de encontrar trabajo y la mayoría de las veces  porque no ponemos la actitud y fuerza necesarias para que todo cambie y cuando termina la Navidad nos encontramos más gordos, más pobres, con menos vitalidad, con la temible cuesta de Enero ante nosotros y en el mismo escenario. Así que como resultado, nos sentimos exhaustos.

En mi casa todo lo importante se ha dejado siempre para "Cuando llegue Enero". Para mi abuelo era una especie de filosofía de vida. Solía decir que los últimos días del año eran para descansar, estar con la familia y pensar en nuevos proyectos que debían ponerse en marcha en Enero, tras brindar por un nuevo comienzo. Ése era su lema. Y como mi padre siempre ha seguido los consejos de mi abuelo, hace unos años decidió dejar de fumar con el comienzo del nuevo año. Así que  mi madre lo llevó a una clínica donde te hipnotizan  y hacen que te olvides hasta de tu nombre. El caso es que mi padre volvió a casa como nuevo, pero a las dos semanas empezó a arañar las paredes y entonces empezó a fumar a escondidas y de ahí pasó a los dos paquetes de toda la vida. Total que tiró la toalla. Tanto rollo para nada y es que no sé por qué los mayores tienen tan poca fuerza de voluntad. Ellos te obligan a todo pero luego no cumplen lo que prometen y qué mal ejemplo nos dan a los hijos a veces.
 
 Luego fue mi madre. Siempre quiso tener una niña y para ella fue una decepción tremenda tener un niño pues no podía vestirme ni peinarme igual que ella, como esas famosas que ve en las revistas, que convierten a sus hijas en su versión mini yo. Asi que, hace varias navidades mi madre se empeñó en tener una niña, compró ropita de color rosa e incluso pidió ese deseo en su carta a los Reyes Magos. Entonces llegó mi padre y le dijo la frase mágica: "no te preocupes, cuando llegue Enero la encargaremos", ¿y sabes qué?  al final mi padre le regaló un perro y en Enero mi madre se olvidó de todo y convirtió a Scooby en el centro de su existencia. Y después fue la idea de adelgazar, luego la de regresar a la universidad y un sin fin de cosas más que ya ni recuerdo...todo en mi casa se dejaba para Enero y ya sabes tío, como en el Triángulo de las Bermudas, el propósito desaparecía sin dejar rastro.

Y ahora mientras riego las plantas de mi casa y las veo lentamente crecer de la misma manera que veo lentamente crecer mis sueños, pienso otra vez en la maldita frase de "cuando llegue Enero" que los mayores suelen repetir hasta la saciedad para marcarse objetivos y metas que saben que nunca cumplirán y uno se pregunta por qué la gente va aplazando indefinidamente aquello que quiere hacer cuando saben que en realidad nunca lo harán, ni tendrán tiempo más adelante. Quien quiere hacer algo diferente, no lo dice, tan sólo se pone manos a la obra y lo hace en ese momento.

¿Y sabes qué tío? eso he hecho yo. Con el dinero que me dejó mi abuelo, me he pagado un curso de inglés en Londres y en Enero dejaré la casa de mis padres y me marcharé a estudiar y a buscar trabajo a Londres. Adiós a las obligaciones y rollos de mis viejos y hola a mi nueva vida. Y no le he dicho esto a nadie, a mis viejos ni media palabra tío, porque entonces puede que ya no lo haga nunca, como ellos. Puede que me equivoque pero ¿sabes qué? correré ese riesgo y haré realidad mis sueños y lo mismo te aconsejo tío, cuando quieras algo en la vida, hazlo ahora, ve a por ello y no lo aplaces indefinidamente buscando las circunstancias perfectas de tu vida, porque tal vez nunca aparezcan. Las circunstancias perfectas debes crearlas tú cada día, de la misma manera que no basta con soñar, debes trabajar y construir tus sueños para hacerlos realidad.  Así que dime: ¿Qué harás tú cuando llegue Enero?...Mejor no me lo digas amigo y simplemente hazlo.

Con esto me despido de ti, no sin antes decirte que mi propósito para el nuevo año es desearte de corazón que hagas realidad todos y cada uno de tus sueños, pero para ello, comienza ahora, no esperes a que llegue Enero.
 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA PÁGINA EN BLANCO

Tu vida comienza
con una página en blanco
como el lienzo del maestro.
Blanco es el paisaje del invierno
y blancas las palomas de la paz
cuando vuelan libres por el cielo,
blancas son las paredes de tu alma
cuando se encuentra serena
y blanca es la espuma del mar
cuando se despide de las olas
en la orilla sedienta de mar.

Cuando eres pequeño
comienzas a dibujar tu página
con sueños de niño ilusionado
y a medida que vas creciendo
a veces ves tus lágrimas
caer sobre tu página,
intentando borrar tus sueños.

No tengas prisa por
escribir la página de tu vida.
Debes hacerlo despacio y
tomarte el tiempo que necesites
para conocerte y encontrar
tu lugar exacto en la vida.

Nunca te ha gustado el espacio vacío
y a menudo cometes la equivocación
de precipitar el guión de tu vida
y llenarlo de finales infelices
y de experiencias innecesarias.
Pero no temas hacer tachones
o cometer cientos de errores,
pues casi siempre, de las mayores equivocaciones
surge tu verdadero camino en la vida.

Y si alguna vez tienes dudas,
detiene tu pensamiento
tan sólo un instante, tan sólo un segundo
y encontrarás que de tu silencio
nacerá la respuesta que necesitas
para seguir escribiendo tus sueños
en la página de tu vida.

A medida que el tiempo pasa
sientes que cada vez
te queda menos espacio
para seguir llenando tu página en blanco.
Intentas apresurarte y escribir deprisa
por temor a no dar por terminada
la página de tu vida,
pero si prestas atención
y te escuchas a ti mismo
te darás cuenta que tu página
no finaliza y es infinita
porque cada día que nace
te dará la oportunidad de empezar
una nueva página en blanco y
cuando la noche llegue y
te envuelva con su manto
y las estrellas te saluden desde el cielo
les harás entrega de la página de ese día
sin mirar atrás y sin arrepentirte de tu pasado
y con cada nuevo amanecer nacerá en ti,
la oportunidad de crear una nueva página
y aunque pienses que no depende de ti
eres tú mismo quien escribe su historia
y quien decide hoy, cómo será su mañana.

Y si alguna vez no te gusta el guión de tu vida,
o sientes que no puedes pasar página,
deja simplemente que tu página se la lleve el viento
y acepta los aires de cambio,
que oportunamente llegan a tu vida
para hacer viajar a tu página
al lugar en el que hoy decidas
comenzar una nueva vida.

Sólo tú puedes saber
cómo contar tu historia,
así que sólo tú puedes ser autor
de la página en blanco de tu vida.

Hoy comienza tu destino
a ser como decidas,
hoy tú mismo escribirás tus sueños
en la página en blanco de tu vida
y ése será el mayor regalo
que recibirás del Universo,
el saber que sólo depende de ti
resolver la incógnita de la felicidad
de la página en blanco de tu vida.

















domingo, 8 de diciembre de 2013

UNA NAVIDAD SIN REGALOS

¿Te imaginas una Navidad sin regalos? Sería como dibujar una cara sin una sonrisa, pasear por una playa sin mar o ver a Papá Noel recorriendo el mundo sin su trineo. Siempre me ha gustado el alegre ir y venir de la gente en estas fechas previas a la Navidad, recorriendo incansablemente los centros comerciales iluminados de magia e ilusión a la caza del regalo perfecto o la carrera contra reloj la misma tarde de Reyes para ese imprevisto que siempre surge a última hora o ese regalo que tímidamente eliges para ti misma pensando en darte el capricho que te has negado durante tanto tiempo. Claro que todo esto sucedía antes de la crisis.

Ahora vas por la calle y ves multitud de tiendas medio vacías, otras que han echado el cierre para siempre y personas tristes paseando sin rumbo, a varios kilómetros de distancia de donde se encuentra la Navidad. Por eso la Navidad ya no brilla como antes. Te diré que para mí, uno de mis momentos preferidos era cuando envolvía los regalos. Cada Navidad elegía diferentes papeles de regalo con un diseño y color acorde a la personalidad del destinatario y cuando envolvía cada regalo, lo impregnaba de buenos deseos e imaginaba que la persona que lo recibía, no sólo descubría la magia de su regalo, si no también su felicidad y propósito en la vida.

Y qué decir de ese momento mágico cuando mis hijos se despertaban el 6 de enero y venían a nuestra habitación para que todos juntos fuéramos al salón a dar la bienvenida a los regalos. Entonces se producía una explosión de júbilo y una carrera para ser el primero en encontrar tu regalo y el salón se llenaba de envoltorios esparcidos en una cascada multicolor, en la que los juguetes conquistaban nuestra casa y el corazón de mis hijos. Pero Claudio y Carolina, mis hijos, dejaron la infancia atrás demasiado pronto, como suele suceder en estos tiempos y con 12 y 13 años vivían en un mundo virtual a millones de kilómetros de distancia de donde nos encontrábamos mi marido y yo, así que cada vez nos resultaba más difícil comunicarnos con ellos. La magia de la Navidad comenzó a desaparecer de mi vida, pero ¿como negarles el Smartphone, la Play Station, la cámara de fotos digital o el Ipad si sus amigos tienen todo aquello? y como no queríamos que se sintieran excluidos, accedíamos a todos sus deseos.

Las Navidades pasadas Claudio y Carolina cumplieron 14 y 15 años, yo cumplí mis cuartas navidades consecutivas en desempleo y mi marido su tercer año sin trabajo. ¿Te lo puedes creer? Nunca hubiéramos imaginado después de estar toda la vida con un puesto de trabajo estable que acabaríamos con lo puesto y con escasas posibilidades de volver al mercado laboral. Menos mal que tenemos al abuelo, con su pensión vivimos toda la familia, con estrecheces, pero siempre adelante. Así que desde hace unos años,  los regalos de Navidad forman parte de esos recuerdos bonitos que guardas en tu memoria pero que cada vez te resultan más lejanos. Las Navidades pasadas apenas nos quedaban ahorros, pero quería seguir con la tradición de los regalos para mis hijos y me sentía agobiada, pues ellos están acostumbrados a aparatos tecnológicos caros. A veces mi única vía de escape era nuestra pequeña buhardilla, donde me pasaba la tarde refugiada entre cajas de libros, ropa y  recuerdos de otra época. Entonces tuve una idea y no pude evitar sonreír. Ya sabía qué iba a regalar a Claudio y a Carolina.

Llegó la noche de Reyes y envolví cuidadosamente los regalos en un papel de seda muy bonito. Había un regalo para Claudio y otro para Carolina. Los deposité cuidadosamente en el salón y me fui a dormir. El día de Reyes mi marido, el abuelo y yo nos levantamos temprano y desayunamos juntos disfrutando del roscón de Reyes y de nuestra mutua compañía como único y mejor regalo y esperando expectantes a que Claudio y Carolina se despertasen.

Cuando los chicos llegaron al salón se sorprendieron al ver sólo dos regalos. Nada que ver con las Navidades de su infancia en las que tenían que abrirse paso para nadar entre los innumerables paquetes que inundaban el salón. Claudio rasgó el papel impaciente y Carolina se quedó sin habla al descubrir el contenido de su regalo. Eran sus juguetes favoritos de cuando eran pequeños: una muñeca de porcelana y un camión, que habían permanecido durante mucho tiempo guardados en la buhardilla.

La muñeca se la habíamos comprado a Carolina cuando era niña en un viaje a Venecia. Tenía un vestido precioso del carnaval veneciano bordado a mano y un sombrero de plumas y mi hija siempre la llevaba en sus brazos, como si fuera una prolongación de sí misma y cuando dormía, la muñeca compartía su almohada y sus sueños. Estuvo jugando con ella hasta los 11 ó 12 años. Un día la dejó olvidaba en un sillón y ya no volvió a acordarse de ella nunca más porque su atención fue absorbida por el mundo virtual en el que comenzaban a vivir inmersas todas sus amigas: facebook, twitter, tuenti, whatssap....era como si Carolina se hubiera convertido en la protagonista de un videojuego del que no podía escapar.

El camión de Claudio era de color amarillo y lo usaba, según él, para salvar el mundo, es decir para transportar sus muñecos y coches por toda la casa como si el universo estuviera regido por las leyes del camión salvador. Pues bien, un día su mejor amigo se compró una play station y Claudio abandonó el mando de camión y sus ideas de salvar el mundo para ponerse a los mandos de la videoconsola. Y así fue cómo, de un día para otro, mis hijos dejaron atrás la infancia y sus juguetes favoritos pasaron a formar parte del trastero y del olvido.

Pero cuando Carolina y Claudio volvieron a tener en sus manos la muñeca y el camión, sintieron una emoción indescriptible que no sentían desde que eran pequeños y recordaron lo importante que es jugar a cualquier edad para conservar la magia y capacidad de asombro de la infancia, que habían abandonado demasiado pronto para adentrarse en un falso mundo virtual donde todo parece estar al alcance de tu mano, cuando en realidad ni siquiera forma parte de tu vida y donde convertirte en trending topic es más importante que ser protagonista de tus propios sueños. A partir de aquel día de Reyes, mis hijos volvieron a respirar el aire del mundo real y se dieron cuenta que mi marido y yo lo estábamos pasando mal por nuestra situación de desempleo y desde entonces nos han apoyado en todo.

Hemos vuelto a nuestra alegre vida familiar, donde cualquier cosa que hacemos juntos como jugar al parchís, hacer excursiones por el campo o visitar el museo los domingos por la mañana, constituyen nuestro trending topic.  Mis hijos me dan las gracias todos los días, porque piensan que la muñeca y el camión han sido su mejor regalo, porque les han traído de vuelta a la vida auténtica que sólo conocen los niños cuando son pequeños y creen en la magia de los juguetes y de los Reyes Magos. Así que no perdamos nunca la ilusión, alegría e inocencia de jugar, sigamos siendo niños, con esa sonrisa mágica que ellos nos regalan cada día.

Y este año que termina Claudio y Carolina cumplen 15 y 16 años, yo celebro mis quintas navidades en el paro y mi marido va por su cuarto año. Reconozco que a veces es difícil sobrellevar esta situación, porque no sabes si volverás a tener una vida normal como la de antes, pero como digo siempre, hay que vivir en "modo presente", resolviendo lo que surge cada día y no permitir que tu mente te lleve de viaje al terreno de la incertidumbre pensando en el medio y largo plazo. Puede que estas navidades tampoco pueda comprarme ningún regalo, pero ¿qué regalo puedo querer cuando ya tengo el mejor? porque volvemos a ser una familia feliz y unida y seguimos teniendo buena salud, así que sólo puedo dar una vez más GRACIAS por todo lo que tengo.

Si alguna vez sientes que no eres feliz o que no te gusta tu vida, te recomiendo que mires a tu alrededor. Seguro que siempre encontrarás motivos por los que sentirte agradecido y si sonríes y te muestras agradecido con la vida, ella te devolverá su mejor sonrisa y tras las nubes más oscuras de tu horizonte volverás a ver brillar el sol en tu vida y tu mejor regalo será saber que ya no necesitas ninguno, porque tu mejor regalo eres tú mismo.





martes, 3 de diciembre de 2013

LA LOTERÍA DE NAVIDAD

¿Eres de los que juegan a la Lotería de Navidad? Apuesto a que sí, pues casi todo el mundo participa cada año en este tradicional sorteo y construye sueños e ilusiones alrededor del premio, sobre todo ahora que nos azota esta crisis tan tremenda. Si me lo preguntas a mí, te diré que mi relación con la Lotería de Navidad ha sido muy estrecha desde que era pequeño, pues estudié en el Colegio de San Ildefonso, de donde tradicionalmente provienen los niños y niñas que cantan los números en el sorteo. Hace muchos años fue una una institución para niños huérfanos, pero esto fue cambiando con el paso del tiempo y en la actualidad el colegio acoge, en su mayoría, a niños que no lo son.

Para cualquier chaval de 8 ó 9 años supone un gran acontecimiento ser elegido para cantar los números en el sorteo de lotería. Un día vinieron a mi clase a hacernos una prueba y los únicos elegidos fuimos una chica y yo, así que figúrate las bromas que me gastaban mis compañeros, pero yo creo que era por envidia, porque todas las navidades salía en la tele y era muy conocido en el barrio. Para mí la Navidad comenzaba con 3 meses de antelación, cuando empezaban los ensayos en el cole. Recuerdo perfectamente aquellas tardes de Otoño en las que nos reuníamos alrededor de un bombo ficticio de donde íbamos extrayendo bolas al azar y realizábamos pruebas con diferentes timbres de voz. Era muy divertido y mis padres estaban muy orgullosos de mí, además mi abuelo solía pedirme cada año que le acompañase a su oficina para intercambiar décimos con sus compañeros y cuando me veían decían, -mira aquí viene el niño de la lotería- y me pasaban el décimo por la cabeza para que les diera suerte.

Cada año cuando llegaba el 22 de diciembre mis padres y mi abuelo venían a verme al lugar donde se realizaba el sorteo y se sentaban en primera fila cámara de fotos en mano. Para ellos, ése era el día más importante del año y les encantaba ver cómo repartía alegría y felicidad entre la gente. Pero la verdad es que sólo canté una vez el Gordo, eso es algo que con suerte te puede suceder, como mucho, una o dos veces en la vida, así que ya me puedo dar por contento. Aunque también entregué otros premios importantes, como el tercer o el cuarto premio. Para mí era emocionante ver cómo la gente lloraba de felicidad y se abrazaba a sus sueños. Yo me convertía en una especie de héroe para ellos y por unos instantes me sentía el chico más afortunado del mundo, porque había contribuido a cambiar la vida de cientos de personas. Para mí ése era mi mayor premio. Sin embargo debo confesarte que, a mi familia y a mí nunca nos tocó la lotería y eso que cada año comprábamos varios décimos. Mi madre siempre había tenido la ilusión de que yo cantara algún día alguno de los números que llevábamos, pero eso no sucedió nunca.

Estuve participando en el sorteo durante 5 años seguidos y cuando mi voz comenzó a cambiar, con 13 años, me sustituyeron por otro niño, pero la gente siguió reconociéndome por la calle mucho tiempo después y a día de hoy me siguen llamando el niño de la lotería, y eso que ya tengo 25 años. A pesar de lo que supuso esta experiencia en mi vida, con el paso del tiempo no sólo recordaba las caras de felicidad de los agraciados con el premio de la lotería, si no que también venían a mi memoria las caras de decepción y tristeza de muchas personas a las que no les tocaba ni tan siquiera el reintegro. Y es que si te fijas bien, muchas personas depositan toda su confianza en la lotería y piensan que si les toca comenzarán a vivir la vida de sus sueños y cuando esto no sucede continúan con su vida de siempre, como si su sueño nunca hubiera existido, así que lo abandonan y se olvidan de él para siempre.

En realidad creo que casi nadie está preparado para que su vida cambie de repente, aunque sea para bien, por eso a veces no suceden cosas en nuestra vida, porque preferimos seguir en nuestra zona de confort conocida que poner toda nuestra fuerza en alcanzar nuevas metas. Mi familia es el mejor ejemplo. Mi madre siempre decía que si nos tocaba la lotería nos cambiaríamos de casa o haríamos un viaje a Nueva York y eso es algo que nunca ha ocurrido y no porque no nos haya tocado la lotería. Te puedo asegurar que mis padres tenían dinero para hacer ese viaje y también para pagar la entrada de otro piso, pero preferían seguir acomodados en ése lugar de tu vida donde te conviertes en mero espectador y ves la vida pasar sin tener que decidir nada importante, en lugar de construir la vida de tus sueños.

Con el paso del tiempo me fue decepcionando la Lotería de Navidad y ¿sabes qué? este año he decidido, por primera vez en mi vida, no comprar ningún décimo, para no seguir posponiendo mis sueños. Me dirás que cuál es mi sueño, pues bien, siempre ha sido conocer Italia, pues mi abuelo vivió allí cuando era joven y siempre me cuenta que comenzó a ganarse la vida en este país, donde conoció a mi abuela y pasó sus años más felices, así que he decidido hacer lo mismo que él. He encontrado un alojamiento barato en Sicilia y cuando llegue buscaré trabajo en alguna tienda o cafetería y aprovecharé para aprender el idioma y así poder aspirar a un trabajo relacionado con la carrera que he estudiado. Estoy deseando emprender esta aventura y poder recorrer cada rincón de mi país favorito y ¿por qué no? pasar allí una larga temporada, como hizo mi querido abuelo.

Así que de verdad te lo digo, si tienes un sueño no esperes a que una circunstancia casual como la lotería cambie tu destino y persigue ahora mismo tu sueño hasta que consigas hacerlo realidad. Si esperas toda tu vida a que te toque el gordo o a que la suerte llame a tu puerta, ya puedes esperar sentado cada Navidad delante del televisor viendo cómo gente desconocida salta de alegría, descorcha una botella de champán y hace realidad sus sueños mientras tú sigues frustrado con tu vida, pensando que no puedes hacer nada para cambiarla.

Si quieres algo en la vida, haz como yo, no te rindas y ve a por ello, ése será tu mayor premio. Puede que no puedas comprarte una mansión, ni dar la vuelta al mundo o adquirir el yate de tus sueños, no hace falta que pienses en grandes lujos inalcanzables para construir la vida de tus sueños. Eres millonario y no lo sabes, porque buscas tu felicidad en el lugar equivocado y ningún premio de la lotería tiene el valor suficiente para proporcionarte la vida que deseas, sólo tú, así que no dejes tu vida en manos del azar y conviértete en el creador de todos y cada uno de tus sueños.

En realidad no se trata de que no juegues a la lotería, hazlo si quieres, pero no olvides que tu felicidad no está dentro de un bombo que da vueltas, tu felicidad depende de ti y está en tus manos, por eso no puedes poner tus sueños a jugar, porque los sueños están para cumplirlos, no para jugar con ellos. Con eso, tendrás siempre el premio garantizado.

El secreto está en sentirte ganador de la lotería y convertirlo en una actitud ante la vida, que significa que puedes hacer realidad cualquier cosa que desees, sin existir ningún límite. Los límites los ponemos nosotros y son los que hacen imposible la materialización de cualquier sueño, así que elimínalos y comienza a comportarte como ganador. Mira a tu alrededor y presta atención. Si tienes buena salud, fuerzas para salir adelante, estás rodeado de personas que te quieren y cada día sigues llenando tu corazón con nuevos sueños, no lo dudes, ya te ha tocado la lotería.



domingo, 1 de diciembre de 2013

EL VIAJE A NINGUNA PARTE

Hace tiempo decidí abrir mi maleta
para meter en ella todos mis sueños,
quería empezar a vivir esa vida
que por largo tiempo había deseado,
hacer realidad mis ilusiones
y recorrer cada rincón deshabitado
de mi desconocida alma.

Cada noche tenía una nueva cita
con mi pensamiento y
guardaba en mi maleta
un nuevo sueño.

Cuando terminé mi equipaje,
la maleta pesaba demasiado,
y vi  que estaba llevando
a mi nueva vida
la pesada carga de mi pasado.

Decidí esperar un tiempo,
y buscar una inequívoca señal
que despejara las dudas
de los interrogantes de mi vida,
pero la señal no aparecía.

Y mientras tanto
el sol seguía su camino
por cada rincón de la tierra,
las estaciones se sucedían
y todo cambiaba a mi paso,
menos mi solitaria vida
que seguía en compás de espera,
sin bailar la música de la Tierra
y sin comprender el lenguaje del Universo.

Sabía qué quería,
pero no dónde buscar
las respuestas de mi vida.

Contemplé en silencio
el álbum de mi anterior vida,
y una ráfaga de viento
removió cada página de mi ser
y me susurró al oído
los secretos olvidados
de mi inacabado pasado.
Saqué de mi maleta,
los antiguos reproches
por cada error cometido
y cuando terminé de hacerlo
quedó espacio libre
para guardar más sueños.

Entonces vino a visitarme el futuro
y mi rostro se dejó acariciar
por la brisa de la incertidumbre.
Sentí temor en mi interior
y mi maleta se abrió
para dejar escapar veloz
lo que aún no había sucedido
y me impedía materializar
cada uno de mis sueños.

Después de poner en orden
mi pasado y mi futuro
por fin hoy me siento preparada
para emprender mi viaje.
He abierto mi maleta,
y he dejado en libertad
cada uno de mis sueños,
para que crezcan libres
en mi pensamiento.

Hoy comienza
mi viaje a ninguna parte.
ese lugar donde estás tú,
sólo tú y tu alma
y empieza en el punto exacto
de tu momento presente.
Puedes realizarlo
en el momento que desees
y te sientas preparado.
No necesitas maleta,
ni seguir itinerarios,
tampoco planificar
cada segundo de tu vida,
ni seguir las huellas
que otros caminantes dejaron
cuando se cruzaron con tu destino.

Puede que la vida 
te haya llevado por paisajes áridos
y te sientas infeliz con tu momento presente.
Puede que no puedas hacer hoy nada por ti,
más que respirar
y contemplar el horizonte,
pero si decides comenzar
el viaje a ninguna parte,
te encontrarás contigo mismo,
y sentirás que en tu vida
ya nada falta,
porque las respuestas perdidas
están dentro de ti y de tu alma.

Cuando viajes a ninguna parte
el ruido dejará de existir
y tan sólo te escucharás a ti
y al silencio que tu corazón necesita,
para conectarse contigo
y sentir que estás seguro,
que no hay peligro,
que ya no hay nada que temer.
La felicidad es relativa
y no siempre podrás
alcanzar con tus manos
las estrellas infinitas,
pero cuando inicies el viaje
que te conduce
a lo más profundo de tu alma,
sentirás que
con cada nueva caída
nacerá en ti
la fuerza que necesitas
para poner en acción
el motor de tu vida.

Hoy comienza
tu viaje a ninguna parte,
donde todo parece terminar
pero a su vez comienza.

Hoy tu vida empieza
a ser como deseas,
ya no sientes necesidad de
marcharte lejos, ni de hacer
precipitadamente tu maleta
para escapar de ti
o de tu sombra sedienta.

El viaje a ninguna parte
te ha llevado hoy hasta ti
y ya por siempre
estarás contigo mismo
en tu lugar favorito,
ese lugar donde habita
tu alma inmortal e infinita.

¿Estás preparado para
viajar a ninguna parte?
Aquí tienes tu pasaje,
te deseo felicidad y buen viaje.

Cierra los ojos y respira,
el viaje a ninguna parte comenzará
en el momento que tú decidas.

domingo, 24 de noviembre de 2013

¿TIENES MIEDO A PERDER?

¿Alguna vez has tenido miedo a perder aquello que has conseguido a lo largo de tu vida? Seguro que desde pequeñito te han enseñado que el mundo está habitado por ganadores y perdedores y que a casi nadie le gusta formar parte del segundo grupo, donde te sientes invisible pero a su vez señalado por los demás, sin embargo, si me lo preguntas a mí te diré, que es cuando perdí casi todo en la vida, cuando comencé a encaminarme hacia el lugar donde se encontraban mis sueños. La educación que has recibido, influye mucho en tu vida y yo crecí en una familia muy pesimista y temerosa, en parte porque perdí a dos de mis hermanos cuando eran pequeños y mi madre siempre pensaba que vendrían más enfermedades a la familia y que se quedaría ella sola, sin hijos y sin marido, por esta razón casi siempre nos prohibía hacer cualquier cosa que deseáramos. En el polo opuesto tenía a mi mejor amigo de la infancia, Luis. Sus padres tenían una mentalidad muy abierta para la época y le dejaban ir a todos los campamentos de verano, le compraron una moto cuando era adolescente y le daban plena libertad para elegir su camino en la vida. Ambos éramos muy buenos jugando al baloncesto y formábamos parte del equipo del colegio. Los momentos compartidos en la cancha forjaron nuestra amistad y nos hicieron inseparables. Lo que más me llamó la atención fue su actitud ante la vida. Luis era muy optimista, siempre pensaba que íbamos a ganar y casi siempre ganábamos. Gracias a él tuve acceso a otro mundo y pude disfrutar de su forma positiva de ver la vida,  sin perder nunca la sonrisa. Cuando terminamos el instituto, yo fui a la universidad en nuestra ciudad y él se marchó a estudiar a Madrid, así que con el paso del tiempo nos escribíamos ocasionalmente, hasta que perdimos la pista el uno del otro.

Empecé a trabajar recién terminada la carrera y con el paso del tiempo me labré una reputación en mi profesión.  Eran años en los que si trabajabas duro, podías llegar a lo más alto desde el escalafón más bajo y no como sucede ahora, donde apenas se valora tu valía y esfuerzo. En el amor tampoco me fue mal. Me casé con una compañera  de la universidad, tuvimos 2 hijos y era razonablemente feliz, con mis veraneos en la playa y sin grandes problemas en la vida, aparte del típico suspenso en el colegio de alguno de mis hijos. Mi madre a veces se encontraba a la madre de Luis por la calle y  le comentaba lo bien que le iba a su hijo. Era un abogado reconocido en la profesión y trabajaba en un bufete de gran prestigio en Madrid. Se había casado, tenía una hija y era muy feliz. La verdad es que a veces echaba de menos nuestros partidos de baloncesto y compartir mis confidencias con él a pie de pista. Qué tiempos aquellos....

Cuando estaba a punto de cumplir 50 años comencé a sentir en mi rostro la velocidad del paso del tiempo, pensaba que se me escapaba lo mejor de la vida y empezó a recaer sobre mis hombros el antiguo pesimismo de mi madre, que siempre pensaba que algo malo nos estaba acechando a la vuelta de la esquina. Así, un día comenzó la crisis económica, a los pocos meses mi empresa hizo una reestructuración de plantilla y fui de los primeros en ser despedido. Mis temores empezaban a hacerse realidad. Pensé que en dos años encontraría empleo, pero ese tiempo pasó rápido y me vi sin prestación de desempleo y sin posibilidad de encontrar trabajo a corto plazo. Todo esto comenzó a desestabilizar mi relación con mi mujer, continuamente me echaba en cara el que no pudiera mantener a la familia, así que el distanciamiento se hizo cada vez mayor y terminamos separándonos. Ella se quedó en nuestra casa, con nuestros hijos y yo tuve que regresar a casa de mis padres. Mi padre había fallecido hacía tiempo y mi madre seguía igual de temerosa que siempre, encadenando problemas de salud y pérdida de ánimo, así que su compañía no era un gran estímulo para mí y temía que la depresión se convirtiera en mi compañera de viaje. Un día, cansado de todo, me fui a dar un paseo por las pistas deportivas donde solía jugar al baloncesto con Luis, en nuestra ya para siempre lejana infancia.

¿Y sabes qué? Me encontré allí a un hombre encestando el balón en la canasta y resultó ser Luis. Nuestra sorpresa fue mayúscula y nos fundimos en un abrazo interminable. Volvíamos a encontrarnos 33 años después, en el mismo lugar de nuestro último partido.  Y aunque el tiempo había pasado, me fue fácil reconocerle por su sonrisa. Seguía igual de alegre y optimista que siempre y comenzó a bromear conmigo, lanzándome el balón, como si fuera ayer el último día que habíamos jugado juntos al baloncesto. Nos sentamos en un banco a charlar y le conté mi situación. Esperaba que me hablara de su brillante trayectoria profesional y de su maravillosa familia, sin embargo, me sorprendió saber que su situación era muy similar a la mía. Había perdido su empleo en el bufete de abogados, su mujer le había dejado por otro  llevándose a su hija y había regresado a casa de sus padres. Nuestras vidas parecían converger en un mismo punto común, el de la pérdida de todo aquello que habíamos conseguido en la vida, sin embargo, parecíamos la noche y el día. Yo estaba al borde del llanto y la depresión y él parecía la persona más feliz del mundo.

Resulta difícil creer que una persona que lo está pasando mal pueda transmitir tanta felicidad y optimismo como él, así que le pregunté cuál era el secreto de su felicidad y entonces me dijo: "En la vida no puedes elegir el tipo de experiencias que quieres tener, pero sí la actitud con la que te enfrentas a ellas y eso lo determina todo. A veces te sucederán cosas positivas y otras negativas y no siempre podrás hacerte con el balón y dominar el partido, pero aún así debes tener confianza en ti mismo y estar preparado para saltar al terreno de juego.  No encontrarás mayor rival en la pista que tu propio miedo y si temes perder, te quedarás en el banquillo, como mero espectador del partido, en lugar de convertirte en jugador y disfrutar de la emoción que el juego te proporciona. Para un jugador de verdad, la derrota se convierte en aprendizaje y el aprendizaje es siempre positivo, porque te enseña a desarrollar habilidades como tener un buen manejo del balón, visión de juego, capacidad de dar buenos pases, buena velocidad y un acertado tiro exterior, lo  mismo sucede en la vida, cada experiencia te servirá para tu propio crecimiento y desarrollo personal y te acercará al lugar donde siempre has querido estar. Además necesitas controlar los tiempos y hacer cada jugada en su momento, sin anticiparte o precipitarte.  Cuando tenía una carrera profesional brillante, vivía de manera precipitada, sin prestar atención a lo que me rodeaba. Ahora que vuelvo a disfrutar de mi tiempo libre, he regresado a esta pista, dónde sólo hay una canasta, un balón y mis sueños y me he dado cuenta que necesito muy poco para ser feliz. Me siento lleno de salud y doy gracias a la vida por lo rico que soy, porque a pesar de haber perdido casi todo en la vida, todavía puedo disfrutar de la libertad de tomar el balón  en mis manos cuando lo desee y lanzarlo a la canasta, sin importar las veces que falle, porque sé que la perseverancia me llevará hasta la victoria final. Cualquiera que sea la circunstancia de tu vida no te rindas, ni te quedes fuera de juego o abandones el partido antes de tiempo y sigue intentándolo, hasta lograr el resultado que deseas". 

A partir de aquel día perdí el miedo y me lancé de nuevo a la pista de la vida. Es mejor jugar en equipo que hacerlo solo y así fue cómo Luis y yo volvimos a jugar juntos al baloncesto. La actitud de mi amigo ante la vida supuso una gran lección para mí y cambié mi manera de pensar, dejé de lamentarme por mi mala suerte y de temer por lo que aún no había sucedido y comencé a vivir en tiempo presente. Mi amigo Luis y yo no sólo retomamos nuestra antigua amistad, si no que además emprendimos varios proyectos juntos, el más importante de todos, el ser optimistas y disfrutar de la vida y  nuestra pasión por el baloncesto nos ha llevado a abrir un negocio de equipación deportiva profesional, es el único que hay en nuestra ciudad, así que nos va muy bien. Estoy muy ilusionado y la vida vuelve a sonreírme, porque he aprendido también a sonreír a la vida, pero sobre todo, he dejado de tener miedo y he regresado al terreno de juego, donde cada día recorro el camino que me lleva hasta la canasta en la que encesto el balón donde se encuentran mis sueños.
Así que, si alguna vez tienes miedo a perder algo importante en tu vida, despréndete del temor y lánzate con pasión al terreno de juego. A veces ganarás, otras perderás y otras cometerás falta personal, pero no debes ver la pérdida o los errores cometidos como algo negativo e irreparable, si no como ése empujón que necesitas para continuar intentándolo hasta alcanzar la victoria final. No aceptes un no, ni el fracaso por respuesta, ni pienses que todo está perdido o que no hay solución en tu vida y mira a tu alrededor.

Quizás el haber perdido hoy todo y el no ver salida, te lleve a las puertas de aquello que realmente te hace feliz y que hasta ahora desconocías, así que presta atención y aprovecha la oportunidad que nace de cada fracaso, para alcanzar aquello que realmente quieres en tu vida. Lo más importante no es tener el balón en tus manos  o hacer triple canasta, tampoco lo es ganar o perder, si no disfrutar de la experiencia que el juego te proporciona, en el partido más importante que vas a disputar: EL PARTIDO DE TU VIDA, DONDE SIEMPRE SERÁS EL PROTAGONISTA.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿SABES PONERTE EN TU SITIO?

¿Eres de los que saben ponerse en su sitio? Si me lo preguntas a mí te diré que uno de mis mayores retos en la vida ha sido el llegar a conseguirlo. Dicen que el mundo se divide entre "el que come" o "el que es comido". Siempre he pensado que esta afirmación es demasiado radical, pues existe un término medio entre devorar y ser devorado, sin embargo, con la experiencia te das cuenta que en el equilibrio del ecosistema sólo existe una única posibilidad y es ponerte en tu sitio. Para mí ha sido tarea difícil conseguirlo, empezando por mi familia, siempre han querido convertirme en el hijo perfecto y me han dado pautas de cada paso que debía seguir en la vida. Debes estudiar esto, hacer aquello y sobre todo parecerte a tu hermano mayor que es súper responsable y un ejemplo a seguir, así que, cuando quieres reaccionar es demasiado tarde, porque te has convertido en la suma de lo que los demás han elegido para ti y ponerte en tus sitio equivale a generar un conflicto en tu entorno y eso es algo que intentas evitar a toda costa, aun cuando suponga sentirte incómodo contigo mismo. Y eso por no hablar de la época de la universidad, quería caerle bien a todo el mundo con el fin de ser aceptado y que la gente no pensara que era el típico andaluz gracioso que vivía en un colegio mayor pagado por papá, eso me hacía protagonista de acciones que una persona normal no habría realizado en mi lugar. Cada curso me erigía en delegado de la clase y me desvivía por ayudar a todo el mundo de forma incondicional, incluso llegué a enfrentarme con algún profesor por defender los intereses de gente que ni siquiera me saludaba por los pasillos y ponía mis apuntes ampliados a disposición de la clase entera en la tienda de fotocopias de la facultad. No necesitaba llevar el cartel de gilipollas colgado en la frente, porque todos me consideraban como tal y en lugar de conseguir que la gente me respetase y admirase, logré el efecto contrario y cada vez me exigían más.  Me sentía enojado conmigo mismo,  pero en realidad era capaz de hacer muy poco por mí y terminé la universidad casi sin amigos. Quería hacer lo posible por cambiar y ponerme en mi sitio e iniciar con buen pie mi andadura profesional, pero me encontraba a miles de kilómetros de distancia del lugar en el que quería estar en la vida. ¿Te has sentido alguna vez así? Si tu respuesta es afirmativa, entonces seguro que me comprendes.
 
En el trabajo nada cambió demasiado. Las oportunidades laborales en mi especialidad escaseaban por aquella época, así que decidí trabajar de forma temporal como dependiente en una tienda de cristalería, pero no era un negocio de cristalería cualquiera, era el mejor de la ciudad, con una fiel clientela, donde se vendían vajillas, copas, lámparas, espejos y otras piezas artesanales realizadas con cristal de bohemia importado desde la República Checa. Mi jefe, don Juan, era un señor mayor muy culto y educado que me enseñó muchas cosas sobre el cristal de bohemia y sobre la vida. De él aprendí a coger cada pieza con delicadeza, a sentir el tacto del cristal y a escuchar el sonido que el cristal de bohemia emite cuando le susurras. Todo aquello hacía que cada momento fuese especial.
 
Pero todo trabajo tiene su parte buena y su parte mala, como todo en la vida. Pues bien, la parte buena te la acabo de contar y la parte mala era tener como compañero de trabajo a Álvaro, un dependiente que llevaba más tiempo que yo y siempre me estaba mangoneando, a pesar de ser de mi misma edad. Mi jefe viajaba con mucha frecuencia a Praga para visitar las fábricas de cristal de bohemia  y mientras tanto, Álvaro era responsable de la tienda. Casi todos los días me hacía quedarme más tiempo y me encargaba las tareas más duras, como limpiar la tienda entera o cargar cajas muy pesadas y otras cosas que no me correspondían, pero yo era incapaz de ponerme en mi sitio, pues temía que me despidieran. Una tarde de sábado había comprado entradas para asistir al fútbol con mis amigos después de trabajar y cuál no será mi sorpresa cuando llegó la hora de cerrar y Álvaro me dijo que tenía que quedarme a colocar un pedido de copas que acababa de recibirse, en la vitrina del escaparate. No era algo urgente ni necesario,  pero él a toda costa quería hacerme perder mis entradas de fútbol, que me habían costado una fortuna y yo no estaba dispuesto, así que, cuando Álvaro se marchó, desembalé las copas a toda velocidad y las coloqué de forma temporal en un lateral de la vitrina, rompiendo el protocolo de manipulación de este tipo de piezas, pero esperando colocarlas mejor el lunes, cuando abriésemos a primera hora de la mañana. De esta forma me dio tiempo a llegar al partido y pude disfrutar con mis amigos de mi tarde de fútbol.
 
Sin embargo, cuando regresé el lunes a la tienda, don Juan me estaba esperando. Parecía disgustado y con gesto contrariado y cuando le pregunté si le sucedía algo, me enseñó todas las copas de la vitrina hechas añicos. Las copas eran muy caras y suponía una pérdida cuantiosa. Al haberlas colocado en el lateral de la vitrina, una de ellas había resbalado y había hecho que todas las demás se cayesen, como un castillo de naipes. Álvaro me miraba de forma acusadora y mi jefe me pidió que fuera a su despacho a hablar con él. Entonces le expliqué lo que había pasado y lo mucho que Álvaro abusaba de mí encargándome cosas que no me correspondían. Don Juan me dijo algo que nunca he olvidado: "Mira, el cristal es muy frágil, pero a la vez muy resistente siempre y cuando esté en el lugar exacto,  pero cuando no está en su sitio o no se le da el uso adecuado, se rompe, tal y como has podido comprobar y cuando esto sucede, no hay nada que puedas hacer para recuperar esa pieza que era única. Simplemente deja de existir. Con las personas sucede lo mismo. Los seres humanos podemos resistir muchas adversidades, pero a su vez podemos rompernos por dentro, porque la naturaleza humana es frágil. Por eso, debes forjar tu carácter y hacerte refractario, como el cristal y no sentirte afectado por lo que los demás opinen o piensen de ti, de esta manera siempre serás tú mismo y eso te convertirá en una persona única y especial, como lo son todas y cada una de las piezas realizadas con cristal de bohemia y cuando entiendes lo único y especial que eres, no estás dispuesto a aceptar situaciones que van contra ti mismo,  porque has aprendido a hacer frente a las adversidades que intentan desviarte del camino que deseas recorrer en la vida y eso sólo se consigue de una manera, poniéndote en tu sitio. No permitas que ninguna circunstancia o persona te hagan perder el lugar que te corresponde en la vida porque entonces nunca te sentirás bien contigo mismo".  Tras este discurso, me quedé sin palabras y después de esto, don Juan se comprometió a no despedirme si plantaba cara a mi compañero y a partir de aquél día no le dejé pasar ni una, ni me dejé vencer por la debilidad ni la falta de carácter  que hasta ese momento, habían sido mi seña de identidad. Desde entonces descubrí que no hay nada  más saludable para tu autoestima que ponerte en tu sitio.

Unas veces te encontrarás caminando sobre nubes de algodón en lo alto del cielo y otras veces verás hundidos tus sueños en las profundidades del océano, es parte de la vida, pero aquello que determina tu destino es lo que construyes cada día y cada segundo con tus acciones y con tu pensamiento y eso te conducirá a encontrar tu lugar en la vida. A veces nos pasamos toda la vida intentando descubrir cuál es nuestro lugar en la vida y otras llegamos a él por casualidad, en realidad sólo hay un sitio para cada uno de nosotros y si no te sientes bien donde estás,  tal vez sea porque no estás en el lugar que te corresponde.

Cuando quieres algo en la vida, pones todo tu empeño en conseguirlo. Lo mismo sucede cuando te valoras y te quieres a ti mismo, harás lo imposible por hacerte feliz y perseguir tus sueños y para conseguirlo debes estar en tu sitio. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es tu sitio en la vida?  Como siempre será...aquél que tú decidas.

 

domingo, 17 de noviembre de 2013

LA PERSPECTIVA DE LA NORIA

¿Eres de los que se agobian con cada problema o los ves con cierta perspectiva? Esto me recuerda a una época de mi infancia en la que pasaba los veranos en un pueblo costero de Huelva con mi familia. Allí no conocía a casi nadie pues durante el invierno vivíamos en otra ciudad y cuando iba con mis padres y mi abuelo a pasar las vacaciones, los chicos del pueblo se reían de mí porque mi madre me vestía a la última moda de la capital y siempre desentonaba con la tradición del lugar y además, yo era más pequeño que ellos y todos me sacaban media cabeza. Quizá te parezca una tontería todo esto que te estoy contando, pero por qué será que para cada uno, su problema es siempre el más importante del mundo y para mí, mi mayor problema en esa época era no tener con quien jugar, ni con quien compartir mis lugares secretos o mi colección de canicas. Menos mal que tenía a mi abuelo. Siempre me he fijado mucho en él, pues ha sido un hombre de éxito en sus negocios y en su vida personal. Mi abuelo era un hombre muy ocupado, pero siempre tenía tiempo para mí y pasábamos juntos cada tarde charlando y paseando por la playa. En este pueblecito, lo más emocionante que sucedía en todo el verano era la feria que se instalaba con motivo de las fiestas del Carmen. Entonces el pueblo se llenaba de bullicio y miles de luces de colores de las atracciones invadían el cielo y le pedían permiso a las estrellas para compartir protagonismo en el firmamento. Mi abuelo me llevaba todos los veranos a la feria, íbamos de la mano él y yo y a veces también nos acompañaban mis padres, pero ellos no me dejaban subirme a ninguna atracción, pues al ser hijo único tenían miedo de que pudiera pasarme algo.
 
Sin embargo, cuando cumplí 10 años, ése verano me consideraron oficialmente "mayor" y por primera vez me dejaron subirme con mi abuelo a la noria. Yo seguía agobiado por no ser aceptado en la pandilla, sin embargo cuando me subí a la noria,  comencé a ver a mis padres y  a los chicos del pueblo alejándose y haciéndose cada vez más pequeños y a medida que iba subiendo a lo más alto, me sentía importante, como si el mundo me perteneciera y todos mis problemas quedasen atrás. Entonces mi abuelo me comentó algo que nunca he olvidado: "Cuando tienes un problema no puedes quedarte mirando el  problema desde el mismo lugar, necesitas verlo desde diferentes ángulos o perspectivas, es como cuando vas subido a la noria. Cuando te montas en la noria, comienzas a subir y vas dejando atrás el punto de partida, hasta llegar al punto más alto, donde te paras y observas todo lo que te rodea desde otra perspectiva,  para luego regresar al mismo lugar, pero cuando regresas sabes que todo ha cambiado,  porque has conocido nuevas formas de ver lo que te rodea y sabes que existe más de un punto de referencia, diferente al único que conocías. En la vida sucede lo mismo,  si te quedas parado ante un problema, nunca encontrarás la forma de resolverlo, pero si miras los problemas de forma global y desde otros puntos de vista, el problema se va haciendo cada vez más pequeño e irán apareciendo ante ti nuevas posibilidades, que te ayudarán a ver el problema desde  una nueva dimensión, que antes no habías considerado porque desconocías su existencia, y esto te llevará a resolver tu problema". Y así fue cómo, subido a la noria, mi abuelo me enseñó a hacer frente a mis problemas y a perder el miedo y cuando me encontré cara a cara con el grupo de chicos del pueblo, que segundos antes me habían parecido diminutos desde lo más alto de la noria, me atreví a unirme a la pandilla sin dudar y sin pedirle permiso al líder del grupo o temer que se rieran de mí y esta vez sí que me aceptaron. A partir de aquel verano formé parte de la pandilla de chicos y chicas del pueblo y nunca más volvieron a reírse de mí.
 
Así que cuando tengas un problema no te quedes atascado en el mismo lugar de siempre, dándole vueltas una y otra vez a lo mismo, mirándolo desde un solo ángulo e intenta abrir tu mente y verlo desde diferentes perspectivas, así te darás cuenta que existen nuevas posibilidades que te llevarán al éxito y que no habías visto antes, porque permanecías inmóvil en el mismo lugar.  La vida no sería vida si no estuviera llena de problemas, pero son éstos los que más te ayudan a crecer y a desarrollarte como persona. 

Cuando avanzas  y ves las cosas desde otro lugar, aparece ante ti una nueva dimensión y te das cuenta que todo encaja en tu vida. Así que, todo depende de cómo se miren las cosas. No hay blanco ni negro, ni una verdad absoluta, depende de cómo lo veas tú. Quizá hoy no puedas encontrar salida, pero no te quedes en el mismo punto, explora nuevos caminos y mira las cosas desde otra perspectiva. Tal vez de tu mayor problema pueda surgir tu mayor solución y felicidad en la vida. ¿Lo habías pensado?  Todo es cuestión de perspectiva.

 

viernes, 15 de noviembre de 2013

EL CLUB DE LOS AMIGOS MUERTOS

Esta tarde
he regresado de nuevo
a mi antiguo rincón
del emblemático Café Viena.
Mi mesa me
aguardaba silenciosa,
y mi confortable sillón,
ése que mira al espectador
y lleva mi nombre grabado
con tinta invisible,
esperaba una vez más
abrazarme entre sus brazos
y aunque el tiempo haya pasado,
siento la misma atmósfera de ayer,
y mis recuerdos de otra época
se mezclan
con el tardío final
de mi inefable presente.
El piano toca su melodía
y la luz de la ventana,
ésa que asoma
al mundo su mirada,
me permite observar tras el cristal
el diario caminar del ser humano.

Es el mismo escenario,
pero los protagonistas
han cambiado.
Señores ejecutivos
miran sus teléfonos móviles
y comparten su café
con amarga sonrisa
cargada de prisa,
que te hace sentir
que el mundo
que conocíamos
ha dejado de existir.

En este mismo lugar,
compartí tertulia y café
durante cincuenta años
con mis mejores amigos.
Éramos seis,
amigos desde la infancia,
corazones unidos
frente a una triste España.
Conversábamos sobre la vida,
y poníamos letras a la poesía
y  música a la vida.

Nuestros sueños se reflejaban
en el cristal de la vida
y el aroma de nuestro café
era sabor y  refugio
de  nuestro férreo compromiso
por construir un mundo mejor.
Fueron cincuenta años de amistad,
de compartir nuestro tiempo,
de darnos los mejores consejos
y ese abrazo de amigo solidario
que tu alma cansada necesita
cuando la soledad le visita.

Un día,
el paso del tiempo
comenzó a decirnos adiós
y un sillón quedó vacío,
al poco tiempo fueron dos,
y al año siguiente sólo quedamos tres.
El reloj de la vida,
comenzó a latir débilmente
y parecía querer despedirse
de cada uno de los amigos
que para siempre se marchaba.
Mientras tanto,
el mundo seguía cambiando
y viajaba hacia el futuro
a pasos agigantados.

Hoy tan sólo quedo yo,
a solas con mi bastón
y en íntima comunión
con mi profunda reflexión.
Cada semana
mi calendario tiene
una cita para mí reservada
en el Club de los
Amigos Muertos
y aunque sus sillas estén hoy vacías,
me siento feliz acompañado
por los recuerdos de mi pasado
y por los hermosos sueños
que juntos hemos creado.
Sé que mi final está cerca,
y no tengo miedo
a despedirme de tí
ni de todo lo que me rodea.

Lo que de verdad
me produce temor
es saber que la esperanza
ha abandonado
el corazón y el alma
de millones de personas,
que no ven hoy salida,
ni futuro,
ni horizonte cierto.

Antes de que el telón
se cierre y me marche
para siempre,
no quiero decirte adiós
sin antes recordarte
el sufrimiento de mi generación
que pasó por una terrible guerra,
muchos perdimos a nuestros padres,
arrancados fuimos de nuestra tierra
y azotados durante años por
la escasez y miseria.
Algunos días parecía
que no existiría el mañana,
pero nunca  nos rendimos
y superamos juntos aquella situación
porque teníamos convicción,
y nos refugiamos
con fuerza y fe
en el hogar de la esperanza,
y cada nuevo día
que nacía en nuestra alma
construíamos castillos de optimismo
habitados por nuestros sueños.

Tal vez tu cielo presagie hoy tormenta,
y las estrellas hayan desaparecido de tu vida
Tal vez hoy no puedas divisar el horizonte,
pero no pierdas nunca de vista la esperanza,
trabaja tu fortaleza interior,
y mantente unido a tus amigos.

La tormenta arreciará
y si tienes esperanza,
aunque la intensa lluvia
no te deje ver lo que
asoma hoy tras el cristal,
sabes que la luz
del arco iris
volverá a nacer en ti,
y si tienes fe así sucederá
porque nunca la oscuridad
de la noche duró para siempre
ni el invierno helado
se instaló eternamente
en el jardín de tu corazón,
La luz y el color
volverán a guiar tu vida
de la misma forma
que han iluminado la mía
hasta el final de sus días.

Sólo debes tener paciencia y fe
y confiar en ti mismo,
porque aquello en lo que crees
está a punto de suceder
y la luz volverá a brillar con fuerza
en el escenario de tu vida,
aquél que tú  mismo decidas recorrer
cada nuevo día que amanece en tu alma.

 





 

martes, 12 de noviembre de 2013

LA LISTA DE LOS DESEOS

¿Eres de los que consiguen todo lo que se propone en la vida? A día de hoy puedo afirmar que he hecho realidad casi todos mis sueños. Te voy a contar cómo lo conseguí. Todo comenzó una lluviosa tarde de primavera en la que me encontraba en casa ordenando papeles. Entre tanto desorden aparecieron unas fotografías antiguas en las que estábamos mi hermana y yo tomando el sol en un parque de Boston. Allí pasamos tres veranos estudiando inglés cuando teníamos 14 o 15 años y puedo afirmar que fueron los mejores veranos de mi vida, así que siempre recuerdo esa época de mi adolescencia con mucho cariño. Ver las fotos después de tanto tiempo me produjo cierta nostalgia, pero también un deseo incontenible de regresar a aquella maravillosa ciudad, así que sin pensarlo dos veces, cogí una hoja de papel y  escribí  "Disfruto de un maravilloso viaje a Boston", puse la hoja de papel en un lugar visible de mi mesilla de noche y cada mañana cuando me despertaba la leía, al mismo tiempo que me imaginaba paseando otra vez por las calles y parques de Boston.  Cual no será mi sorpresa cuando varios días después, mi marido que es médico, me comentó que tenía que asistir a un congreso de medicina en Boston y que podíamos aprovechar para tomarnos esas vacaciones que tanto tiempo llevábamos posponiendo. Casi todos sus viajes son por Europa, así que me quedé asombrada. No sé si escribir mi sueño  tuvo algo que ver, pero lo cierto es que regresé a Boston y sentí la misma emoción que cuando crucé el océano por vez primera y un nuevo mundo se abría ante mis ojos. Así fue cómo comencé a creer que los sueños pueden hacerse realidad.
 
A partir de ese momento tomé como hábito el escribir en una lista todo aquello que deseaba conseguir en la vida y me compré una libreta especial, que siempre llevaba conmigo a todas partes y anotaba cuidadosamente en ella cada deseo o meta que me proponía realizar. Me interesé por esta técnica que ya existía, leí varios manuales al respecto e hice una síntesis de los pasos a seguir:
1. Debes anotar cada uno de tus deseos de forma clara y concisa.
2. Escribe tus deseos en presente, como si ya existieran.
3. No utilices palabras negativas como "ninguno" o "no", elimínalas de tu vocabulario.
4. Confía y no dudes. Pon toda tu fe en que tu deseo se lleva a cabo. Para mí, éste es el paso más importante, pues para conseguir cualquier cosa que te propongas en la vida, debes creerlo posible.
5. Da las gracias y hazlo en tiempo presente, como si ya hubieras conseguido hacer realidad aquello que deseas.
6. Puedes poner fecha a tus deseos, para conseguirlos en un plazo determinado, pero debe ser un plazo realista.
 
Continué con mi vida y con mi trabajo como contable, pero cada día hacía progresos con mi lista de los deseos e incluso incluía fotografías de algunos de mis deseos, para visualizarlos y hacerlos más reales. Al cabo de un tiempo nos mudamos al piso que siempre habíamos deseado y cada día surgían nuevas posibilidades que yo creaba con mi pensamiento. Te voy a confesar un secreto, uno de mis sueños más inalcanzables ha sido el de convertirme en cantante profesional. Cuando era pequeña tenía una voz muy bonita, mis padres decían que cantaba muy bien y llegué a cantar en un grupo que formamos en el instituto "Las Guitarras Rebeldes", pero con el paso del tiempo lo dejé y aquel recuerdo sólo se materializaba cuando cantaba bajo la ducha. Siempre he pensado que aunque un sueño parezca inalcanzable, no por ello tiene que ser imposible, así que anoté  en mi libreta de deseos personales "soy una famosa cantante que triunfa en el escenario" y continué con mi vida, imaginando que ya era cantante. Al cabo de unos meses, una de las tardes en las que estaba de compras en el supermercado, se había convocado un concurso. Aquel que mejor cantara por la megafonía el jingle del supermercado podía ganar un carro de la compra valorado en 300 euros. El estribillo era un poco tonto "Compra en Supermercados Alameda y ahorrarás cientos de monedas", pero ahí fui yo, dispuesta a ganar el carro de la compra, micrófono en mano. Cuando canté la estrofa, no sólo gané el premio valorado en 300 euros, si no que además se me acercó un señor que también estaba comprando y que resultó ser productor discográfico. Le había encantado mi voz y quería hacerme una prueba y es que cuando crees en ello, las oportunidades aparecen a cada momento.
 
Y aquí estoy ahora mismo, escribiéndote desde el estudio de grabación, donde estoy a punto de grabar mi primer disco ¿puedes creerlo?, mi primer single ha sido éxito de ventas y mi vida ha cambiado por completo. En menos de dos años he regresado a la ciudad donde pasé los mejores veranos de mi vida, he comprado el piso de mis sueños,  me he convertido en cantante profesional y he dejado el trabajo de contable con el que nunca me había sentido realizada. Y en mi bolsillo siempre llevo la lista de los deseos con la que sigo trabajando cada día y puedo decir que a día de hoy he conseguido casi todos los sueños que tenia, bueno, me falta uno, ser madre, pero ¿sabes qué? justo ayer me enteré que estoy embarazada. 
 
Muchas veces no conseguimos aquello que nos proponemos en la vida porque no expresamos claramente  qué deseamos, por eso te aconsejo que te preguntes a ti mismo cuáles son tus sueños y los escribas en tu lista de los deseos, confiando en que conseguirás hacerlos realidad. Confiar es muy importante, si dudas,  la posibilidad de realización de tu sueño se desvanece.  No olvides que lo único imposible es aquello que no se intenta o se abandona antes de tiempo. Y los sueños nunca se abandonan, pero debes creer en ellos y sobre todo creer en ti mismo. Y ahora dime ¿cuáles son tus sueños? Aquí te dejo un bolígrafo y tu lista de los deseos, que comienza con una hoja en blanco y un pensamiento, para que tú mismo empieces a dar forma a tus sueños.