domingo, 19 de enero de 2014

LUCES Y SOMBRAS

Nuestra vida  se compone de luces y sombras, dos opuestos que no podrían vivir el uno sin el otro;  como la vida y la muerte; la alegría y el dolor; la riqueza y la pobreza; la belleza y la fealdad; la salud y la enfermedad...Cada uno de nosotros podemos decidir cuál de los dos potenciar, sin embargo, cuando perdemos el equilibrio nuestra balanza se desajusta y uno de estos opuestos pesa más que el otro, normalmente el negativo, haciendo que nos colapsemos y seamos incapaces de seguir adelante. No hay una sola persona que no haya pasado por un momento de sombra a lo largo de su vida, incluso aquellas que pensamos que llevan una vida de éxito. Sin embargo, es en la adversidad cuando más crecemos y nos hacemos más fuertes. 
La sombra es el maravilloso lugar donde puedes resguardarte en un día de extremo calor, pero también se puede convertir en tu mayor enemiga cuando la utilizas para ocultarte de la realidad. Y aquí habría que referirse a esos momentos en los que  vives a la sombra de tu propia vida, sin sentirte identificado con nada de lo que te rodea, en lugar de potenciar todas tus cualidades y convertirte en el centro de tu propio universo. Todos atravesamos por circunstancias difíciles a lo largo de nuestra vida que desearíamos eliminar y convertir en inexistentes. A veces olvidamos que la luz se encuentra muy cerca de nosotros y que podemos apretar el interruptor cuando lo deseemos, el problema es que nos hemos acostumbrado a estar a oscuras y la mayor parte del tiempo preferimos seguir instalados cómodamente en ese espacio y que nada ni nadie nos saquen de nuestra sombra conocida.
Una persona se convierte usualmente en aquello que cree que es y también su sombra, que es una prolongación de la propia persona y se nutre y alimenta de ella, por eso hay personas que no se reconocen ni en su propia sombra. Con el paso del tiempo, son estos momentos de sombra los que más valoras en tu vida porque te hacen apreciar cuánto te has superado para dejarlos atrás y para avanzar con paso firme hacia un nuevo horizonte, el lugar donde se encuentra la luz.

Las luces y sombras son las dos caras de una misma moneda y aunque la lances al aire y no sepas cuál te va a salir, lo importante es que estés preparado para vivir cualquiera de las dos circunstancias porque ambas, las luces y sombras, lo positivo y lo negativo, son necesarios para seguir creciendo y para que encuentres tu propio camino en la vida.
No intentes huir de tu sombra porque entonces estarás huyendo de ti mismo. Ni pretendas abandonarla u ocultarte tras ella. Tienes que aprender a vivir con ella. A bailar con ella, a seguir sus movimientos, a lograr una coreografía perfecta. Incluso debes aprender a alimentarla para que no sea más pequeña que tu propio yo. Un hombre no es nada sin su sombra de la misma manera que el sol y la luna se necesitan para seguir existiendo.

Si no reconoces tu sombra, ha llegado el momento de que mires en tu interior, profundamente, allí donde nunca habías llegado y escuches la dialéctica de tu cuerpo y de tu alma. Y en esa búsqueda de tu sombra llega el momento de emprender el maravilloso viaje que siempre habías deseado iniciar y que te ayudará a encontrarte contigo mismo. No tengas miedo de tu sombra, ni mires atrás para ver si te acompaña, tan sólo deja que siga tus pasos y aprende a vivir con ella. Sólo así encontrarás sentido a tu vida y conocerás el verdadero significado de la felicidad. 


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