Todo esto me ha llevado a pensar una vez más en el mundo de la apariencia, en cuántas veces prejuzgamos de antemano los hechos que acontecen en nuestro devenir cotidiano y ponemos una etiqueta a todo aquello que no conocemos pero que nos parece, cuántas veces nos vestimos cómo no deseamos o vamos a donde no queremos sólo por intentar imitar a los demás y ser una persona que en realidad no somos o cuántas veces prejuzgamos a las personas sin llegar a conocerlas realmente. Si te das cuenta, es muy poco el tiempo del día en el que vivimos en la realidad porque casi todo nuestro tiempo lo ocupa el intentar parecer lo que no somos.
La única forma de ser felices hoy en día es mirando dentro nuestra más que a lo que nos rodea. Si realmente te sientes a ti mismo y sabes qué te hace sonreír, no debería afectarte aquello que no puedes controlar, ni cambiar. Esto me ha recordado a algo que mi abuela siempre nos contaba.