domingo, 23 de marzo de 2014

LOS PÁJAROS EN LA JAULA

Cuando era pequeña a mi hermana y a mí nos regalaron una pareja de pájaros muy bonita, de una raza conocida con el nombre de diamante mandarín, proveniente de las lejanas tierras de Australia. Nuestros pájaros nos cautivaron de inmediato con sus bonitos colores, su hermoso canto y sus alegres juegos, así que cuidarlos se convirtió en nuestro pasatiempo favorito. Compramos una amplia jaula, donde tenían suficiente espacio para vivir y jugar y leímos varios libros sobre su especie, para informarnos de su modo de vida. Algunas tardes nos entreteníamos contemplando su balanceo en el columpio y les aplaudíamos cuando aprendían un salto nuevo. Colocamos la jaula en el lugar más luminoso del salón, cerca de un gran ventanal que comunicaba con el jardín.

Una mañana, antes de marcharnos al colegio llenamos los recipientes de la jaula de agua y comida y no nos percatamos que uno de ellos estaba mal colocado, por lo que quedaba un espacio por el que podían escapar los pájaros y así fue cómo sucedió en nuestra ausencia. Cuando regresamos a la hora de comer, nos disgustó ver que la jaula estaba completamente vacía y nos pusimos a llorar desconsoladas, sin embargo, pronto descubrimos que los pájaros no se habían marchado demasiado lejos, estaban posados encima de la mesa del salón esperando tranquilamente nuestro regreso para que pudiéramos devolverles al interior de la jaula. Cuando nos vieron, no salieron volando ni se asustaron y fue muy fácil devolverles al interior de la jaula. Esto nos sorprendió. Nos extrañó que no se hubiesen escapado al jardín, pues la ventana estaba abierta de par en par y entonces comprendimos que nuestros pájaros sólo conocían la vida dentro de su jaula y allí era donde ellos pensaban que se encontraba su verdadera libertad, mientras que la ventana representaba para ellos la incertidumbre y el miedo a lo desconocido, por lo que no sabían que sus alas podían llevarles a los hermosos árboles del jardín, donde habitaban otros pájaros y una nueva felicidad que desconocían. Asi, ellos estaban prisioneros, pero en realidad no lo sabían y eran felices en el único mundo que conocían: su jaula.

¿Cuántas veces a lo largo de tu vida te has sentido como estos pájaros? Crees tenerlo todo para ser feliz, piensas que eres libre, que has elegido tu forma de vida y que puedes hacer lo que deseas, pero un día te das cuenta que estás como ellos, atrapado en la jaula de tu existencia, de la que no puedes escapar fácilmente porque ya te has adaptado a ella y no sabes vivir de otra manera, tienes una falsa sensación de felicidad producida por la seguridad que te proporciona lo conocido y esto te impide descubrir nuevas formas de felicidad. Así es como tu miedo a salir de tu zona de confort, te impide explorar otras posibilidades y encontrar nuevos caminos que te lleven a un nuevo punto de partida de tu vida.


Dicen que el hombre es un animal de costumbres, pero ¿por qué nos acostumbramos a vivir en la infelicidad? ¿por qué creemos que salir de la rutina es peligroso?. Nos pasamos la vida pensando que la felicidad va y viene y que no depende de nosotros, creemos que siempre existe alguna circunstancia externa que nos aleja de ella, como la falta de dinero, la dificultad para encontrar un trabajo, la falta de salud o la soledad en la que vivimos y así vamos construyendo barrotes invisibles que nos rodean y que nos mantienen prisioneros en jaulas que hemos construido nosotros mismos y nos alejan de la verdadera felicidad, pero no lo sabemos porque pensamos que los barrotes que nos atrapan provienen de los momentos difíciles que por sí solos se producen en nuestra vida y que nada tienen que ver con nosotros, cuando en realidad son nuestras propias limitaciones las que nos impiden ver el horizonte con perspectiva, sentirnos libres y hacer lo que realmente desearíamos.

Pero no te sientas atado a tu propia infelicidad y usa los medios que están a tu alcance. Me dirás que uno no puede escapar fácilmente de aquello que no le gusta, pero aunque no lo creas, todos tenemos alas que nos permiten dejar atrás los paisajes de infelicidad. Las alas son nuestra actitud ante la vida y los recursos de los que disponemos y éstos aparecen cuando confiamos en nosotros mismos y en nuestras propias posibilidades. Creer en ti mismo con una actitud positiva, es la fuerza más poderosa para poder emprender tu propio vuelo hacia donde quiera que se encuentren tus sueños. Pero debes atreverte y tener convicción, no basta con mirar a través de la ventana una bella puesta de sol que se encuentra a miles de kilómetros de distancia. Si siempre permaneces en el mismo lugar, te perderás la posibilidad de conocer nuevos paisajes. Rompe la jaula que te impide avanzar y dirígete hacia el paisaje de tus sueños, pero no te conformes sólo con soñar y haz que ese paisaje forme parte de tu vida, recórrelo sin convertirte en mero espectador, sino siendo el verdadero protagonista. Puede que tu infelicidad actual te impida ver el horizonte, pero sólo tú tienes la llave para abrir la puerta de la jaula en la que vives atrapado. No esperes a que cambie alguna circunstancia de tu vida, porque sólo tú puedes ser impulsor de ese cambio y si tienes una actitud positiva lo conseguirás.

Quizá los pájaros eran felices en su jaula, pero esto era debido a que no conocían otro modo de vida. De haber sabido que a tan sólo unos pasos se encontraba el jardín y su verdadera libertad, los pájaros habrían intentado escapar cada día de su existencia y seguramente, su persistencia y motivación les habría ayudado a conseguirlo. ¿Quieres ser como los pájaros de la jaula y vivir una felicidad limitada o te gustaría conocer la verdadera felicidad, ésa que se escribe en letras mayúsculas? De ti depende. Sólo debes ser optimista, escucharte a ti mismo, creer en tus sueños y no abandonarlos nunca, así podrás salir de ése lugar donde piensas que no hay escapatoria posible y dirigirte hacia la vida que siempre has deseado vivir. Recuerda que ningún pájaro nació sabiendo volar, lo aprendió con el tiempo, de la misma manera que la felicidad se alcanza a través del aprendizaje y conocimiento de uno mismo.

Ha llegado la primavera y después de un frío invierno, tu jardín comienza a florecer y a mostrar sus bellos colores, ¿te lo pensabas perder?. Ninguna circunstancia o persona pueden impedir tu propia felicidad, no olvides que tus alas pueden llevarte a donde desees. No te dejes atrapar por tus límites, rompe la jaula en la que vives y descubre las maravillas del mundo que te rodea.

Cuando vueles al lugar en el que se encuentran tus sueños, verás tu vida con una nueva perspectiva y descubrirás posibilidades de felicidad que desconocías.





domingo, 2 de marzo de 2014

¿CREES QUE EXISTE EL DESTINO?

Seguro que más de una vez a lo largo de tu vida te has hecho esta pregunta y en ocasiones no has encontrado respuesta a la sucesión de acontecimientos encadenados que se producen en tu vida y que parecen llevarte, casi sin darte cuenta, de un sitio otro, como cuando das un paseo por el parque y por el camino te tropiezas con el amor de tu vida o mientras estás pasando tus vacaciones en un pueblo perdido de la montaña y la magia del lugar te hace descubrir tu verdadera vocación en la vida. Entonces te preguntas si todo lo que te está ocurriendo, estaba marcado en tu destino.

Estoy segura que más de una vez has pensado que todo está predestinado y que hagas lo que hagas, si algo tiene que suceder en tu vida, las cosas se rodearán para que se produzcan, sin que puedas explicarte cómo, pero cuando te sucede algo malo piensas que no es posible que el destino te haya jugado tan mala pasada y entonces dudas y crees que simplemente has tenido mala suerte o ha sido casualidad, pero...¿existe la casualidad? eso es tan difícil de responder como la pregunta que te he planteado al comienzo de este relato.

Cuando era pequeña, mi madre solía quedar con una amiga que sabía leer el futuro en la palma de tu mano. Las dos comentaban que lo hacían por diversión, para pasar el rato, pero sé que mi madre creía a pies juntillas lo que su amiga le decía y a veces hacía grandes esfuerzos para propiciar que el destino le fuera favorable y cambiaba sus planes en función del resultado de la interpretación de las líneas de su mano. Pero en el fondo sé que se sentía desilusionada porque casi nada de lo que su amiga le vaticinaba, llegaba a sucederle en realidad. Mi padre le tomaba el pelo, pero a menudo le veía consultando su horóscopo en el periódico. El caso es que los dos parecían preocupados por su futuro y mientras yo, intentaba comprender el complicado mundo de los adultos. Un día del mes de octubre le pregunté a mi abuelo si él creía en el destino y no me respondió nada en ese momento, pero al día siguiente, mi abuelo vino a casa con varias semillas y me dijo que me ayudaría a plantarlas en nuestro pequeño jardín. Todas las semillas parecían iguales, pero mi abuelo me dijo que no las mezclase porque había de dos tipos, unas eran de la flor del pensamiento y las otras de la flor de la amapola.

Entre los dos elegimos el lugar del jardín donde plantaríamos las semillas. Removimos cuidadosamente la tierra y colocamos las semillas separadas entre sí. A continuación mezclamos la tierra con un abono especial y regamos el espacio donde se encontraba cada grupo de semillas con un poco de agua. Cada tarde, después del colegio, contemplaba nuestro jardín e incluso cantaba alguna canción mientras regaba la tierra. Al principio no sucedió nada, pero mi abuelo me dijo que no perdiera la fe y siguiera cuidando la tierra, porque aquello que parecía invisible a mis ojos, ya existía y pronto vería la luz del sol. A los pocos días comencé a ver ramitas de color verde sobresaliendo de la tierra y éstas dieron lugar a finos y esbeltos tallos.

Con la llegada del frío de diciembre, comenzó a florecer el pensamiento. Eran flores muy hermosas, de color azul intenso, como si parte del cielo apareciera reflejado en nuestro pequeño jardín y mientras tanto, las semillas de las amapolas esperaban impacientes la llegada de la primavera para sentir el calor de los primeros rayos de sol y así fue cómo, a finales de marzo, comenzaron a florecer en nuestro jardín, bellas y estilizadas amapolas de color rojo, mientras el pensamiento comenzaba a despedirse de nosotros, perdiendo el brillo de su colorido azul intenso.  

Una tarde, mientras mi abuelo y yo contemplábamos la belleza producida por el contraste de color de los pensamientos y las amapolas, mi abuelo me respondió a la pregunta que le había hecho sobre el destino varios meses atrás: "Cada semilla no puede dejar de ser lo que es, las amapolas nacieron siendo amapolas y el pensamiento nació siendo pensamiento y nunca podrían ser otra flor diferente, aunque quisieran. Está establecido así desde el principio de los tiempos y lo mismo sucede con las personas. El lugar y la familia en la que naces viene determinado desde antes de tu propio nacimiento y no puedes elegirlo. El por qué naces en una familia y no en otra no es mera casualidad, es parte del misterio de la vida, pero con el tiempo te das cuenta que la familia en la que has crecido, es la única posible que podías tener y la que necesitabas para tu evolución y crecimiento personal. El mundo también tiene un destino que influye en las personas y tiene un desarrollo y una meta. Para crecer y desarrollarse, las plantas necesitan ingredientes básicos como la luz del sol, el agua, tierra fértil y un clima adecuado, pero el que la planta eche raíces en la tierra, crezca y florezca, depende en gran medida de sí misma y de su adaptación al medio donde se desarrolla su vida y lo mismo sucede con las personas, si bien no puedes determinar tu nacimiento, sí puedes decidir cómo afrontar tu vida eligiendo tu actitud frente al medio que te rodea y si eres positiva y optimista tus raíces crecerán sanas y fuertes y te adaptarás a cualquier situación que la vida te presente. Para ello debes trabajar tu pensamiento día a día y así, tu lugar en el mundo, dependerá en gran medida de ti misma  y de las elecciones que realices. Por eso no puedes hacer responsable al destino de tus alegrías o de tus desgracias, puede que no puedas evitar que determinadas cosas te sucedan, pero eres lo que piensas. Tu pensamiento determina tu vida y cuanto antes te des cuenta, antes encontrarás la felicidad y descubrirás cuál es tu destino en la vida". Lo que me dijo mi abuelo aquel día, me hizo comprender muchas cosas y desde entonces dejé de esperar que las oportunidades llamasen a mi puerta y decidí tomar parte activa en la creación de mi propio destino, aquél que formaba parte de mis sueños y yo misma había elegido.

Así que, si alguna vez te sientes desilusionado con tu vida y piensas que tu destino es como un laberinto donde estás dando demasiadas vueltas y no llegas al lugar que siempre habías deseado, enfoca tu atención hacia ti mismo y construye un nuevo destino. Nunca es tarde para comenzar de nuevo, ni para volver a construir tus sueños. En aquella parte del universo donde decidas, puedes volver a plantar semillas de esperanza y comenzar una nueva vida. No tengas miedo a la lluvia ni a la tormenta, por muy difícil que haya sido tu situación hasta este momento, el jardín de tu vida puede volver a crecer y a florecer de felicidad. Riega tus sueños de ilusión, déjate acariciar por el calor de la confianza en ti mismo y abónate al optimismo. Acepta que eres el único responsable de tu vida y la persona que puede hacer posible aquello que se proponga. Puede que en el destino esté marcado el recorrido diario del sol por la tierra, pero de tu elección depende el recibirlo con una sonrisa y dejarte acariciar por su calor u ocultarte tras la sombra del horizonte y darle la espalda a la maravillosa luz que te rodea. Es tu vida. Son tus semillas. Decide cuál es tu destino en el mundo y comienza a sembrar tu felicidad donde el corazón te lleve.