sábado, 2 de mayo de 2020

EL MILAGRO

Muchas personas esperan cada día que sucedan grandes acontecimientos que cambien su historia personal para siempre y se sienten decepcionados cuando esto no sucede y la ruleta de la fortuna pasa de largo y no se detiene en la casilla de sus vidas.

Sin embargo, vivimos rodeados de milagros que ocurren de forma casi invisible, sin que nos demos cuenta, porque estamos más pendientes de las desgracias que nos rodean, de los problemas que tenemos, de la infelicidad que nos atenaza constantemente y olvidamos la magia que la vida nos muestra cada día y por eso hoy me gustaría contar mi experiencia personal, el milagro que supone para mí cada día poder despertarme a las 6 de la mañana, cuando aún es de noche y el silencio de la ciudad golpea levemente los cristales de tu ventana y te invita de forma silenciosa a comenzar un nuevo día y a levantarte con una sonrisa. Entonces doy gracias a Dios por la oportunidad de poder llevar una rutina medianamente normal, como la que pueda llevar cualquier persona que acude cada día a su trabajo y realiza su jornada laboral. Quizá pueda parecer trivial todo lo que estoy contando si no conoces mi historia, pero hace casi cinco años años comencé a sufrir serios problemas de salud que cambiaron mi vida para siempre y me sumieron en una profunda tristeza.

Desde que era pequeña he tenido una salud excelente, me he cuidado, nunca he fumado ni bebido alcohol o tomado drogas, tampoco he trasnochado. Siempre he estado centrada en el estudio, en el trabajo y en el desarrollo personal. He hecho deporte y he llevado una vida medianamente normal como cualquier persona de mi edad.
La historia que cambió todo comenzó en el año 2015. De un día para otro comencé a sentir fuertes cefaleas tensionales que no se me quitaban con ningún analgésico. Después de numerosas pruebas me diagnosticaron bruxismo por tensión y estrés. Unos meses después, empezando el año 2016 comencé a padecer fuertes dolores de estómago, naúseas y diferentes problemas digestivos que me impedían ingerir cualquier alimento, lo que me llevó a perder más de 10 kilos y a realizarme pruebas de todo tipo: colonoscopia, gastroscopia, helicobacter pylori, analíticas de sangre, heces y orina, pruebas de perfil genético de intolerancia al gluten e intolerancias alimentarias, histamina, lactosa,  fructosa... incluso me realizaron las pruebas de fibromialgia...y los resultados eran siempre los mismos: no tienes nada. Pero mis dolores y mi sufrimiento continuaban y después de visitar diferentes médicos y hospitales públicos y privados, me dijeron que mi problema era de origen psicosomático y que la única forma de abordarlo era tomando antidepresivos. Según Wikipedia el psicosomatismo es un proceso de origen psíquico que tiene influencia en lo somático, en lo corpóreo. La medicina reconoce la importancia de los procesos emocionales en la aparición y desarrollo de algunas enfermedades, pero este proceso es difícil de cuantificar y precisar por depender de factores y variables difíciles o imposibles de estudiar con el método científico. En otras palabras es algo que cae en un cajón de sastre y para lo que nadie tiene una respuesta clara a día de hoy, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en el campo de la medicina.

Nunca me ha gustado entrar en el mundo de los antidepresivos,  por los múltiples efectos secundarios que tienen sobre el organismo, pues considero que el ser humano tiene los mecanismos suficientes para sanarse a sí mismo, sin embargo golpeada por las circunstancias y desesperada por mi situación, decidí probar las alternativas que me ofrecieron diferentes psiquiatras de prestigio, donde todas pasaban por tomar este tipo de medicamentos.

Durante un periodo de aproximadamente 2 años, fui probando antidepresivos de todos los grupos que existen en el mercado: inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), los IRSN, tricíclicos, IMAO, más de 20 antidepresivos diferentes....Sin embargo, debido a mi alta sensibilidad para este tipo de fármacos, ninguno de ellos me sentaba bien y los efectos secundarios que sufría, eran peores que los síntomas que padecía, por lo que debía dejarlos y comenzar la prueba con otro y así sucesivamente, siguiendo una larga cadena que parecía no tener fin y que me llevaban a urgencias del hospital.


Visité a diferentes psicólogos, sin grandes resultados, ninguno me ayudaba a conectar conmigo misma y lo único que hacía era gastar dinero en hablar con personas que no me conocen de nada y que no me pueden dar la solución. Entonces empecé a relacionar todo lo que me estaba sucediendo a nivel físico, con la forma en que se había desarrollado mi vida hasta el momento, siempre rodeada de problemas y cargas familiares que no me correspondían desde muy joven, sufriendo moobing en el colegio desde pequeña y más tarde en el instituto, con todo lo que ello conlleva en la adolescencia, cuando sufres más complejos. Trabajando muchas horas en empresas en las que recibía un salario muy bajo o era despedida de forma improcedente para ser relevada por personas enchufadas sin experiencia, o saliendo con chicos que no me llenaban y me trataban mal en general, siguiendo siempre un perfil de atracción hacia personas maltratadoras o con vidas poco recomendables llenas de problemas, que nada tienen que ver con mi persona.
Mi autoestima estaba siempre por los suelos, no me valoraba nada y pensaba que nadie podría querer a alguien como yo, que tenía tan poco que ofrecer. El error es si culpas a las circunstancias o a los demás de todo lo que te sucede, en lugar de tomar parte activa en ello, pues el cambio depende de nosotros mismos, no de lo que nos rodea.

Entonces comprendí lo que decía Mark Twain acerca de que "la peor soledad es no sentirse cómodo contigo mismo" y me di cuenta de la falta de autoestima tan grande que he tenido toda la vida, que me ha llevado a rebajarme continuamente con las personas, a hacer favores a desconocidos o a permitir que mis derechos sean pisoteados, sólo por sentirme aceptada y formar parte de un grupo. Entonces es cuando te das cuenta que la enfermedad no se produce sola, es una acumulación de la falta de amor a ti mismo y de situaciones que vas tragando en tu vida durante mucho tiempo, hasta que tu cuerpo y tu mente te dicen basta y te lo muestran con la cara más amarga, padeciendo síntomas físicos que no puedes controlar. ¿Por qué tienes naúseas? ¿Por qué no puedes comer? Porque no puedes tragar durante más tiempo todo lo que estás viviendo.

Desde finales del año pasado y durante un año comencé a trabajar en una nueva empresa, sin embargo el trabajo no me gustaba, ni me sentía realizada y como la empresa estaba ubicada en un espacio de coworking y me encontraba bastante mal, mi jefe me permitió trabajar desde casa, pero eso me hizo aferrarme con mayor fuerza a la inseguridad y al miedo que tenía de salir a la calle y sentir que todos mis síntomas empeoraban: desde sentir diarrea en cualquier momento, hasta padecer fuertes deseos de vomitar, cefaleas tensionales o dolores de estómago.  Había días que incluso no podía levantarme de la cama y sólo deseaba desaparecer de la faz de la tierra, porque no deseaba vivir de esa manera durante más tiempo.

Mientras tanto, intentaba hacer cambios positivos en mi vida. Me interesé por referentes en el campo del crecimiento personal, veía vídeos motivacionales cada día, seguí el libro de ejercicios de Un Curso de Milagros e intentaba probar nuevas formas de vida natural y acudí a varios nutricionistas, que aparte de cobrarme carísimo, no me ayudaron en absoluto, con dietas imposibles de seguir, como la cetogénica, basada casi exclusivamente en consumir proteínas, algo que es altamente perjudicial para el hígado. De hecho me dijeron que consumiera 30 huevos a la semana y otras barbaridades por el estilo, que por supuesto no pude seguir. Mi alimentación era ya de por sí muy restringida: dieta baja en fodmap, sin gluten, sin lácteos, baja en histamina y aún así no mejoraba. Tampoco me atrevía a comer fuera de casa. Al final decidí guiarme por mi instinto y comer aquello que me sentaba bien, aunque estuviera dentro de la lista de alimentos prohibidos, que era infinita.


En el mes de junio me ingresaron en el hospital para volver a repetir la colonoscopia y la gastroscopia, pues mis fuertes dolores de estómago y problemas de diarrea empeoraron. Llegué a pensar que padecía la enfermedad del Crohn y que por fin podrían darme un diagnóstico y una solución a mi problema. Pero sorprendentemente el resultado de las pruebas fue el mismo: no tienes nada. Durante mi estancia en el hospital, me entró una tristeza tremenda al verme allí encerrada sin poder salir ni hablar con nadie, como si viviera en una cárcel con barrotes invisibles de la que no puedes escapar. Todo eso hizo mella en mi ya de por sí bajo estado de ánimo y me sentía incapaz de nada. Me dieron el alta sin solución médica, los doctores me decían que debía aguantar estos síntomas porque a nivel médico no había evidencia de nada y no sabían si lo que me pasaba podría durar para siempre o bien remitiría en algún momento. Todo era un misterio y debía aprender a vivir con ello. Eso supuso  un duro golpe para mí, pues lo último que puede perder el ser humano es la esperanza y aquellas palabras de los médicos hicieron que me derrumbase por completo.
Llegó un punto en el que estaba tan cansada de todo que decidí no acudir a más hospitales, ni seguir más consejos de nutricionistas, ni hacerme más pruebas médicas. Simplemente no podía más. Acepté lo que me pasaba, hasta el momento me había resistido a ello, pero cuando lo acepté y me resigné, por fin pude descansar y llegó la liberación. Y es ahí cuando comenzó a suceder el milagro, cuando aceptas lo que te está sucediendo con buen agrado.
En ese mismo momento recibí una oferta laboral muy buena, para incorporarme en una de las primeras empresas donde trabajé en los comienzos de mi carrera profesional y donde había tenido una buena trayectoria profesional, para realizar un trabajo muy interesante y bien remunerado. Nunca pensé que tendría una oportunidad así, debido a la gran crisis que ha sufrido mi sector en los últimos años y a las pocas oportunidades laborales que he tenido en este tiempo, casi todas ellas de escaso interés y mal remuneradas. En realidad era una gran oportunidad, sin embargo lejos de sentirme bien, empecé a sentir mucho miedo e incertidumbre, pero a su vez sabía que no podía dejar escapar una oportunidad así.

Entonces pensé que era imposible, me sentía amenazada ante la idea de salir de mi "zona de confort" basada en no moverme de casa para nada por lo que pudiera pasar. Le dije a la empresa que debía pensarlo, que debía esperar a que pasara el verano y ver cómo me sentía, pero el trabajo tenía fecha de incorporación: el lunes 2 de septiembre. Pasó el mes de junio, llegó el mes de julio con su sol abrasador y decidí apuntarme a un curso intensivo de inglés de negocios, ni siquiera supe cómo pude hacerlo, pues tenía clases diarias de lunes a viernes y estaba exhausta del esfuerzo y de los dolores de cabeza y náuseas tan grandes que sufría. Cada día iba a clases y me sentía fatal, pero superé el curso con éxito y aquello me dio fuerza moral para seguir adelante. Después llegó el mes de agosto, mes de mi cumpleaños, la fecha se iba acercando y cada vez sentía más miedo.  Pero dije SI y pedí la liquidación en la empresa donde teletrabajaba desde casa y donde no me sentía realizada ni como persona ni como profesional. Sentía que podía caerme por un precipicio pero decidí asumir el reto de empezar de cero y acudir a trabajar como si estuviera perfectamente y aunque no fuera así debía engañar a mi mente. Y ahí surgió de nuevo el milagro, que en realidad no se produce por sí solo, es creado por ti en gran medida (pero no lo sabemos y siempre pensamos que todo depende de algo externo, no de algo interno que emana desde dentro de nosotros).


Llegó el 2 de septiembre y comencé en la nueva empresa.  Los primeros días fueron terribles para mí. Tenía diarrea, malestar de estómago, unas náuseas horribles...miraba a las personas que trabajaban allí y pensaba "ojalá me sintiera tan bien como ellos", "ojalá esta oportunidad me hubiera llegado cuando me encontraba bien de salud"...pero de nada servía pensar en algo que no se había producido, así que seguí trabajando, sin faltar un solo día a la empresa, esforzándome cada día y en estos 3 meses puedo decir que hay días en los que me siento mejor y días en los que me siento peor,  pero nada de ello ha impedido que pueda seguir levantándome cada día a las 6 de la mañana, porque me gusta lo que hago y ahora no pienso en lo que me duele, sino en todas las tareas que tengo que desarrollar cada día de la semana. Me gusta ser la primera en llegar a la oficina y comenzar mi actividad antes de que el ruido de las voces y los pasos de mis compañeros inunden cada despacho y cada pasillo. Mi mente siempre ha estado centrada en una sola cosa, llevar una vida normal, volver al mundo laboral real es mi milagro cada día, porque aún no sé de dónde reúno las fuerzas para poder hacerlo, sólo sé que sucede y yo lo hago posible...no quiero decir que mis síntomas hayan desaparecido por completo, tengo días de sol y días de tormenta, como todos,  pero gracias a Dios puedo levantarme cada día en la madrugada, sentir el frío en mi rostro mientras camino por la calle escuchando música y llevar una vida que hace un año pensé que no podría volver a llevar jamás. Así que cada día me siento agradecida a la vida y a Dios por este maravilloso regalo del Universo.
Y de todo ello, además de mi decisión de abandonar la "zona de confort" y asumir nuevos retos, debo dar las gracias a las pocas personas que han estado a mi lado durante este largo y difícil camino que comenzó en el año 2015 y que aún no ha finalizado. Sé que muchas personas han pasado por circunstancias peores a las mías y cada una llevamos nuestra dosis de sufrimiento diario dentro de nuestro ser, porque la vida no es perfecta y quien diga que la felicidad existe de forma permanente, sabe que no es cierto y que sólo podemos aspirar a sentirnos en paz con nosotros mismos cuando logramos alcanzar un estado de aceptación y comprensión de todo lo que nos está sucediendo.
Nunca he contado públicamente todo lo que acabo de escribir, pues las personas por desgracia te "etiquetan" y prejuzgan sin conocerte y algunas llegan a sentir odio y rabia y te dicen que si hubieras pasado hambre como ellas, se te pasarían tus "problemas psico-somáticos" como me dijo una persona el otro día sin conocer todo lo que llevo pasado, de una forma injusta y cruel, porque no se puede comparar lo que vive cada persona ni utilizar la información que sabes de ella para atacarla. Eso es un golpe muy bajo, sin embargo debo agradecer a esta persona, que hacía más de un año que no me sentía motivada para escribir nada nuevo en mi blog y gracias a esta patada que me ha dado, me ha impulsado para subir un peldaño hacia el cielo y decidirme a compartir mi historia de lucha diaria y de superación personal.

Los obstáculos y problemas me han ayudado siempre a crecer como persona, no a odiar a la humanidad. Por desgracia muchos seres humanos que viven circunstancias difíciles, se vuelven contra el mundo y guardan un gran rencor hacia todo aquel que les rodea y debo decir que eso es un gran error porque sólo cuando perdonas y estás en paz contigo mismo y con las personas con las que te relacionas, podrás encontrar la ansiada felicidad.

No hace falta cambiar de país, ni de ciudad, o pensar que cuando te marches de Madrid se acabarán tus problemas para siempre y serás feliz (como me dijo esta persona el otro día), porque en realidad el cambio depende de ti y si no eres feliz aquí, tampoco lo vas a ser cuando te marches a otro lugar, porque el resentimiento y rencor que guardas te acompañarán allá donde vayas y siempre sentirás un vacío dentro de ti que no sabrás cómo llenar y la vida es un espejo, lo que ves reflejado en los demás, debes corregirlo en ti mismo. Por tanto, ese odio que sientes por los demás, es sólo un reflejo del odio que sientes por ti mismo.

Hay una frase de Mark Twain que siempre recuerdo: "el perdón es la fragancia que la violeta deja en el talón de quien la ha pisado", es una reflexión muy valiosa para mí, porque sólo desde el perdón y el agradecimiento podrás encontrar la verdadera felicidad en tu alma y los milagros comenzarán a suceder en tu vida. Si yo he podido, estoy segura de que tú también puedes.
Sólo debes creer en tí y abrirle la puerta a los milagros, porque te aseguro que existen y aquí tienes la prueba real de que lo que ha sucedido en mi vida es uno de ellos.



CORONA TUS SUEÑOS

Son las 7 de la mañana de un día cualquiera de la semana. Aún es de noche y suena tu despertador. Te deslizas silenciosamente entre las sábanas y lo primero que haces es encender tu teléfono móvil, esa prolongación de tí mismo que sólo has dejado cargando por unas horas mientras dormías. Te preparas para una nueva jornada laboral.
Mientras te duchas estás pensando en lo que le dirás a tu jefe sobre el último plan de ventas aprobado por el cliente. Cuando desayunas, repasas la agenda del día y todo lo que tienes por delante, pero no disfrutas del sabor crujiente de la tostada y del café recién humeante que despierta el día con su sabor. Te vistes y sales rápido. Andas por la calle distraídamente, sin mirar a nadie, ignorando que mientras el semáforo sigue en verde y estás a punto de ser atropellado por un conductor, no ves más allá de la pantalla de tu teléfono móvil. La vida está sucediendo a tu lado y te golpea suavemente con su brisa en la cara y te da los buenos días, mientras la primavera se acerca y los árboles tratan de llamar tu atención con unos ligeros movimientos en sus ramas llenas de jilgueros, pero tú no lo ves, porque estás absorto en tu ocupadísima vida virtual, de la que no puedes escapar. Otra jornada laboral sin sobresaltos, donde ignoras a tus compañeros, te pones tus cascos y escuchas música, sin importarte nada más, mientras trabajas en tu ordenador. Otra llamada perdida de tu madre, de la que pasas olímpicamente, mientras tienes abiertas varias pantallas de tu PC y estás absorto en tu cuenta de Instagram y te alegras de haber alcanzado un nuevo récord, tienes más de 500 seguidores y 200 likes en tu última foto de postureo. Todo un logro, lo mejor que te va a pasar en todo el día.
Mientras pasas las horas en tu oficina, en lugar de pensar en el trabajo que estás realizando, estás proyectando tus próximas vacaciones, a la vez que compras unas entradas para un concierto y mantienes un chat con un amigo, ya sabes tu gran cualidad es ser "multitareas" y cuando llega la hora del almuerzo, haces unas compras por Amazon sin disfrutar de la comida ni ver el plato que tienes delante de tí, son unos chollos con un descuento del 50% que no puedes dejar escapar. Por la tarde vas al gimnasio con prisas, para huir de tu agobiante rutina y pones la música a todo volumen mientras corres en una cinta que no te lleva a ningún lugar y una vez más te desconectas de tí mismo y piensas en la importante reunión que tendrás mañana, en lo que vas a hacer el próximo sábado, pero nunca estás en el aquí y el ahora.  Tu vida se proyecta continuamente hacia el futuro, hacia un momento que aún no ha llegado ni ha sucedido, pero no te importa, porque crees que lo controlas todo desde las aplicaciones de tu espectacular iPhone.
Mientras tanto, silenciosamente, el mundo está comenzando a vivir una tragedia de magnitudes gigantescas, pero ni tú, ni yo, ni nadie se ha dado cuenta de ello, porque creemos que está sucediendo en otro continente y que esa sombra que está deslizándose rápidamente sin que nadie la vea, no nos va a alcanzar ni de lejos y seguimos en esa falsa felicidad que nos proporciona ese mundo paralelo en el que nos hemos instalado cómodamente, ignorando las leyes universales y de la naturaleza. Pero el mundo ha dejado de girar, se ha detenido y está sangrando, te está llamando a gritos, te está pidiendo auxilio, pero tú no le escuchas. Silencio. Presta atención.
Hace unos días, cuando ya se anunciaba el crecimiento exponencial del coronavirus en nuestro país y se comenzaba a transformar en pandemia a nivel mundial, el gobierno hacía un llamamiento para la celebración de las manifestaciones del 8-M. Después de anunciarse el cierre de todos los centros educativos en la Comunidad de Madrid y más tarde en toda España, la mayor parte de la población pensaba en el fastidio que supondría tener a los niños todo el día en casa y continuaba llenando alegremente las terrazas, los bares, los parques o yéndose a pasar el fin de semana a su segunda residencia, como si hubiera una especie de Puente previo a la Semana Santa y todos veían como un regalo lo que hoy se ha convertido en una auténtica pesadilla de la que no podemos escapar.

No voy a hablar del coronavirus, ni de cómo comenzó todo, pues ya estamos sobresaturados de información y conocemos la subida de las cifras de contagiados a cada minuto, tampoco de si se trata de un virus fabricado en un laboratorio o si ha sido generado por el hombre con determinados fines, no quiero entrar en teorías conspirativas (aunque las tengo, como todos), ni criticar al gobierno o que sólo se aplauda al personal sanitario y a los cuerpos de seguridad del estado que nos abroncan por la calle cuando vamos a comprar al supermercado, haciendo que te sientas como un fugitivo, mientras muchas personas anónimas se siguen jugando cada día su vida para acudir a sus puestos de trabajo sin protección alguna, en vagones de metro atestados de gente donde no puedes guardar la distancia mínima de seguridad. ¿Por qué no aplaudimos también a los trabajadores de los supermercados, que día tras día están expuestos a ser contagiados, así como a los reponedores, al personal de limpieza y a las personas invisibles que recogen la basura de tu calle cada noche?. Tampoco voy a hablar de los millones de personas que de un día para otro han perdido sus puestos de trabajo o de los que son autónomos y no perciben ningún tipo de ingresos, sin llegar a imaginar que sus vidas recibirían un impacto tan fuerte, que les producirá un golpe emocional peor al que dejará las secuelas de esta terrible pandemia tras su paso. Me gustaría centrarme más, en lo que esta terrible situación, si le damos la vuelta, puede suponer en términos de crecimiento personal para el ser humano, para elevar nuestra frecuencia vibratoria y para desarrollar nuestra mente y hacernos más fuertes y más conscientes del mundo real.
No es ninguna novedad comentar que los seres humanos estamos totalmente desconectados de nosotros mismos y necesitamos despertar, pero nadie sabía ni podía predecir a comienzos de año, cuando brindábamos con champán despreocupadamente, que la sacudida sería tan fuerte.  Nuestra vida transcurre de forma banal entre ver series y películas en Netflix, La Champions, La Liga de Campeones o estar conectados las 24 horas del día a las redes sociales siguiendo la vida de influencers que se han convertido en los nuevos iconos de moda de los dictados de la sociedad, hacer compras compulsivas por internet, relacionarnos con amigos virtuales por Messenger, WhatsApp y otras aplicaciones, sin disponer nunca de un sólo segundo para ver a un amigo de toda la vida en persona o disfrutar de su compañía, darle un abrazo o mantener una simple charla tomando un café frente a frente y sin embargo ahora nos quejamos de un confinamiento que ya existía antes de que sucediese esta pandemia, porque lo cierto es, que los seres  humanos nos encontrábamos aislados y atrapados en nuestro Matrix mucho antes de que el coronavirus llegase a nuestras vidas.

Hemos perdido el sentido de la realidad, de lo que significa la felicidad más allá de lo material. ¿Cuánto tiempo hace que no sales a la calle y miras el cielo o te fijas en que la primavera está empezando a florecer en nuestros parques sin captarlo a través de tu móvil y compartirlo con tus seguidores?. ¿Cuánto tiempo llevas sin hacer algo que te apasione, realmente por y para ti?. ¿Cuántas veces abrazas a las personas que te rodean y les dices que les quieres y que siempre estarás a su lado?. Ahora tienes una oportunidad magnífica de pasar días enteros con tu familia y dedicarles el tiempo que te ha arrebatado tu rutina diaria y la falsa vida virtual de la que eres esclavo y que te conduce muy lejos de tu propia existencia. Seguramente ahora que no puedes salir de tu casa, puedes por un momento comprender el sufrimiento de miles de personas que viven en silencio enfermedades incomprendidas como la fibromialgia, que les impiden llevar una vida normal y salir de su cama durante semanas porque se encuentran fatal y nadie se acuerda de ellas.
A lo mejor, ahora puedes jugar con tus hijos al monopoly o al parchís y charlar con ellos y te das cuenta que no toda la educación se basa en pagarles 5 actividades extraescolares para que te dejen en paz. Ahora que las ciudades han quedado vacías y la contaminación ha bajado exponencialmente, la naturaleza está llegando al equilibrio que llevamos años sin respetar. Quizás ahora te des cuenta que esos padres mayores a los que ignoras y que sólo vas a visitar precipitadamente para entregarles a tus hijos y que cuiden a sus nietos, son más importantes de lo que imaginabas y seguro que hubieras dado todo lo que tienes por haber podido pasar el día del padre con ellos y darles un abrazo o compartir más tiempo juntos recordando divertidas anécdotas de tu infancia, cuando formabais una familia unida y feliz y tus padres eran algo más que los cuidadores-esclavos de tus hijos. Estoy segura que ahora mismo te gustaría darte una vuelta por las tiendas de tu barrio y probarte un vestido que has visto en el escaparate, cosa que antes no hacías porque directamente lo comprabas por internet e ignoras esos pequeños comercios que se están hundiendo por culpa de ese gran gigante que es el comercio online, que poco a poco está arrasando con esas preciosas tiendas de toda la vida, que ahora están siendo sustituidas por bazares, tiendas de todo a 100 y negocios chinos de todo tipo, que hacen perder la esencia de cada distrito. Seguro que ahora empiezas a valorar esa vida real de la que estás privado por obligación y empiezas a darte cuenta que nunca podrá ser sustituida por una vida virtual y artificial. Aunque no lo creas, puedes poner tu granito de arena para intentar cambiar el Sistema y para ello debes empezar a decir NO a las injusticias y a ser parte activa de la solución.
Estamos desoyendo las leyes de la naturaleza, no respetamos el medioambiente, ni la Tierra, ni las leyes del Universo, ni nos respetamos a nosotros mismos, ni a las personas que nos rodean. Les cerramos las fronteras a nuestros hermanos más desfavorecidos y negamos nuestra ayuda dejándoles hundirse en la miseria y pobreza de una patera destinada desde su origen a la muerte y ahora somos nosotros los que tenemos vetada la entrada en cientos de países ¿no es paradójico que nos suceda lo mismo que antes hemos hecho a países a los que hemos saqueado y ahora tienen escasos recursos para sobrevivir?, es por la ley de causa y efecto y esta situación sin precedentes que estamos viviendo debería servirnos para despertarnos y darnos cuenta que en realidad no podemos controlar nada desde las aplicaciones de nuestros teléfonos móviles. No existe una segunda vida, sólo tendrás ésta, que transcurre aquí y ahora, así que no sigas proyectándote en un futuro, que puede que tal vez mañana no exista. Da igual que seas rico o pobre, porque esta pandemia no distingue entre clases sociales, ni edades y arrebata las vidas de tus seres queridos por igual. No importa quien seas, sólo importa que despiertes de una vez y no ignores por más tiempo la llamada del Universo ni el grito de la Tierra, a la que hemos herido profundamente.
Cuando ocurre una catástrofe natural como un terremoto o una pandemia como la que está asolando cada rincón del planeta, te das cuenta de lo pequeño que eres y que nada está en tus manos, pues todo escapa a ti y entonces sientes miedo, desasosiego, incertidumbre y te sientes golpeado por aquello que estás despreciando: la vida misma, esa a la que cada mañana ignoras y no le das las gracias ni los buenos días, por regalarte otro precioso día de existencia.
Nadie se merece sufrir esta pandemia, pero cuando todo esto termine ¿seguirás siendo el mismo?, ¿seguirás llevando la misma vida anodina y virtual desprovista de tí mismo? , ¿seguiras ignorando las leyes de la naturaleza y pasando de la familia que tú mismo has construido y después destruido?. Piénsalo detenidamente, porque entonces, todo esto no habrá servido para nada y te estarás decepcionando a ti mismo. La vida nos está dando una oportunidad sin precedentes de cambiar y despertar, aprovéchala.
Cuando te das cuenta que nada virtual puede sustituir la presencia del ser humano, entonces tal vez valores que la vida que está ahí fuera y de la que hoy estamos privados, te ofrece regalos maravillosos , regalos que sustituyes por cosas materiales, artificiales y virtuales, dejando a un lado las bellezas que el universo te brinda a cada instante, como cuando el sol te saluda detrás de las nubes y te acaricia con sus rayos, o cuando el paso de las estaciones da lugar a una cromática de colores preciosos e intensos que envuelven todo tu ser y te hacen sentir especial o cuando el sol se pone en cada rincón de la tierra y la luna te da las buenas noches rodeada de brillantes estrellas y el sonido del mar y sus olas te enredan con su suave espuma haciendo dibujos en la arena. ¿De verdad prefieres seguir ignorando todo lo que la vida te regala cada día? ¿Seguirás desoyéndote a ti mismo y agradecerás de una vez por todas, todo lo que tienes?, porque si es así, esta gran sacudida que nos está dando el Planeta no habrá servido para nada y la próxima será más fuerte.


Es hora de despertar a una nueva vida. De volver a abrazar al ser humano, de volver a vivir una vida sencilla y sin artificios, de abrir tus puertas a esos vecinos que conoces de toda la vida y a los que ni siquiera saludas en el ascensor, de reconciliarte con la familia y volver a crear un hogar unido, de interesarte por la vida de los ancianos de tu barrio que están solos en los parques y no tienen a nadie con quien hablar, de darle los buenos días a ese compañero de trabajo al que ignoras por completo. Ha llegado el momento de tender puentes, de estrechar lazos, de derrumbar muros, de unir nuestras manos. Es hora de dejar a un lado tu teléfono móvil, de programar tu vida a cada segundo, de seguir pensando que estás por encima del bien y del mal y que tienes tu vida controlada porque tienes un trabajo, un hogar y una familia. ¿Sabes por qué? Porque en realidad no tenemos nada, todo le pertenece a la Tierra y todo volverá a ella, nada es nuestro. Nuestro bien más preciado es nuestra propia VIDA. Y cuando nos marchemos de este mundo nos iremos solos, sin ninguna de nuestras pertenencias, pero seguimos ciegos y sin darnos cuenta de nada.
Salgamos al campo y miremos nuevamente las estrellas (pero no para sacar la perfecta foto de instagram y compartirla con tus seguidores, sino porque realmente deseas disfrutar de la esencia de la vida), sal a la calle a comprar el pan sabiendo que vas sencillamente a comprar el pan, sin llevar en tu mente las preocupaciones del trabajo ni de la vida diaria, de todo aquello que te impide estar en modo presente y te aleja de la realidad. Lleva a tu hijo al parque, invita a comer a tus padres a un buen restaurante o vete con ellos de vacaciones, pasa más tiempo con tu familia, haz aquello que te gusta y escúchate más a ti mismo. Estamos ignorando la vida real y destruyendo la naturaleza y el Universo ha dicho basta, basta ya. Despierta.  Nada virtual puede llenar el gran vacío existencial que tiene el ser humano y que supone la falta de sí mismo en su propia vida, en su propia esencia.
Querido amigo, nos encontramos en un momento sin precedentes que nos puede llevar a tomar un rumbo diferente en nuestra vida, volver a abrazar la felicidad perdida y disfrutar de la esencia de las pequeñas cosas sencillas, como hacían nuestros abuelos, que eran felices sin apenas tener recursos para sobrevivir, ni las posibilidades que tenemos hoy en día.  Ojalá que todos los gobiernos del mundo, con este duro golpe que está azotando a toda la humanidad, gasten sus presupuestos en dar prioridad a la Investigación y proporcionen los medios adecuados a los grandes científicos de cada país, que deben marcharse por falta de recursos, para que puedan parar el crecimiento de esta pandemia, desarrollando las vacunas precisas y así poder ayudar al ser humano. Ojalá dejemos de pagar cantidades astronómicas a jugadores de fútbol a los que consideramos estrellas y dejemos de gastar el dinero de todos los contribuyentes en celebraciones de grandes acontecimientos deportivos que no pueden frenar hoy en día la muerte de miles de personas en todo el planeta. Ojalá todo esto sirva para reforzar al sistema sanitario, al que deben tener acceso y derecho todos los ciudadanos de forma pública y gratuita y darnos cuenta que es la prioridad esencial en cada país. para el bienestar de cada ser humano.

Ha llegado el momento de despertar y de coronar tus sueños. Para ello debes desconectarte del mundo virtual, de lo ficticio, de lo banal y volver a conectarte contigo mismo y elevar tu frecuencia vibratoria. La vida nos está sacudiendo fuertemente para darnos una gran lección y para que no pasemos de ella y aprovechemos toda su sabiduría y las lecciones que nos da cada día. Las grandes crisis traen grandes cambios, que si sabemos aprovechar pueden ser muy positivos para todos.
El Mundo se ha parado, se ha detenido y ha dicho basta. Aprovecha este momento sin precedentes, para redescubrirte a ti mismo, para cambiar tu perspectiva y abrazarte a ti y a los que te rodean. Corona tu vida de ilusión, amor, amistad, felicidad, sueños, energía positiva, optimismo, solidaridad, entrega y generosidad y sólo así podrás vencer al gran Virus de indiferencia que está azotando a toda la humanidad y se ha extendido a todos los rincones de la Tierra.