martes, 25 de febrero de 2014

CUANDO TODO CAMBIA

Llega un día de tu vida en el que decides dejar atrás tus miedos y caminar con paso firme. Ese día sobrepasas todos tu límites y te acercas al final del horizonte, donde hasta ahora se encontraba el precipicio, ése lugar donde aquello que existe parece terminar, pero es allí donde descubres el comienzo de un nuevo camino. Antes no te atrevías a llegar tan lejos, pero sabes que si no conoces tus límites, nunca sabrás quién eres realmente y para avanzar, necesitas  convertirte en tu mejor compañero de viaje y dejar atrás las huellas imborrables de tu pasado.
Cierras los ojos y en tu pensamiento no sabes qué dirección tomar, pero no te importa, porque tienes la certeza de que, cualquiera que sea  tu destino, lo que te espera es bueno. Sientes que algo se ha transformado dentro de ti. Ese día recuperas la confianza en ti mismo y te bajas del carro de la incertidumbre, esa vieja amiga-enemiga que nunca te deja avanzar y te aleja del lugar al que quieres llegar en la vida.

Todo comienza en el instante en el que decides darte otra oportunidad y construyes un nuevo yo a partir de tu verdadera esencia, ésa que  conoces bien y te fue concedida el primer día de tu vida. Sabes que la felicidad es posible más allá de tus sueños y que para que forme parte de ti, debes buscarla en lo más profundo de tu ser y abrir de par en par las puertas de tu alma, para crear señales nuevas que guíen tu camino, basadas en tu propia experiencia.
A veces no es necesario que algo cambie en tu vida, para que todo te parezca nuevo. El cambio se produce en tu interior y esa nueva forma de verte a ti mismo, transforma por completo tu realidad presente y dejas de formar parte del paisaje, para convertirte en creador del paisaje de tu vida con cada decisión que tomes y cuando mires al cielo y observes las nubes del horizonte, verás que tu vida avanza como ellas, aprendiendo cada día de su recorrido infinito por cada rincón de la tierra.

Cuando todo cambia, dejas atrás las cadenas que te impedían avanzar y estrenas alas nuevas.  Aprendes a volar y tu libertad se convierte en tu mejor compañera. Tu luz vuelve a iluminar la noche y brilla cerca de las estrellas, reflejando la sonrisa de tu rostro al universo.

Cuando cambias la forma de verte a ti mismo, todo lo que existe en tu vida cambia. De ti depende el conseguirlo...

                                            

domingo, 16 de febrero de 2014

LA FECHA DE CADUCIDAD DE LA FELICIDAD

Hace unos días mientras hacía la compra, le daba vueltas a un comentario que me había hecho un amigo recientemente: "¿Sabes cuál es mi problema? Mi problema es que no soy feliz" y con esta afirmación resumía lo que para él significa su día a día. Mientras pensaba en esta frase, revisaba la fecha de caducidad de cada producto que iba metiendo en mi cesta de la compra y entonces pensé que tal vez el problema de la felicidad es que su fecha de caducidad es casi instantánea y apenas estamos saboreando un momento feliz en nuestra vida, cuando ya se ha terminado. Sin embargo sentimientos como la tristeza, la apatía y el desánimo se comportan como productos no perecederos, pues parecen prolongarse indefinidamente en nuestra vida hasta convertirse en el ingrediente principal de nuestro quehacer cotidiano. Quizás puedas pensar que la vida es un engaño y que algo estamos haciendo mal cuando no somos capaces de mantenernos felices durante mucho tiempo y sin embargo podemos pasar largas temporadas en estado de depresión. Lo cierto es que deberíamos intentar prolongar la fecha de caducidad de la felicidad, pero ¿cómo conseguirlo?.

A veces sucede que encuentras en tu nevera un producto que está a punto de caducar y no tienes más remedio que consumirlo, aunque inicialmente tenías previsto comer otra cosa ése día, así que al final cambias tu decisión y terminas cocinando lo que está a punto de estropearse, aun cuando no te apetece, sólo por no tirarlo. Esto mismo sucede en nuestra vida diaria cada vez que hacemos cosas que no deseamos, sólo porque ya estaban ahí, por obligación o por el qué dirán y esto hace que la fecha de caducidad de nuestra felicidad se precipite.

Y eso por no decir lo mucho que nos preocupa pensar si nos sentará mal comernos un producto ya caducado, aun sin haberlo probado. Es mejor que no le des más vueltas a lo que pueda pasar y lo tires, porque otra cosa que intoxica y hace caducar tu felicidad es preocuparte por cosas que aún no han sucedido en tu vida pero temes, impidiéndote vivir el momento presente.

No sé si a ti te ocurre, pero a mí me sucede que casi todas las semanas compro los mismos productos, que suelo reponer cuando se terminan y por este motivo, casi siempre hago la lista de la compra rápidamente, porque me la sé de memoria. Bien es cierto que en la cocina cuando te acostumbras a hacer lo que ya sabes que te funciona, dejas apartado la posibilidad de preparar nuevas recetas, porque prefieres seguir en la monotonía conocida, que arriesgarte  a probar algo que tal vez no te va a gustar o no te va a salir bien. La rutina es uno de los mayores enemigos de la felicidad y hace que su fecha de caducidad se acelere. Así, cuando estás pasando por una situación de monotonía en la que todos los días te parecen iguales, si añades nuevos ingredientes a tu vida puedes alcanzar nuevos estados de felicidad que desconocías, pero debes atreverte. No hagas siempre lo mismo y cambia algo. Por muy insignificante que pueda parecer una pequeña modificación en tu vida, siempre constituirá un gran empuje y te ayudará a prolongar la fecha de caducidad de tu felicidad.
 
Tampoco debemos olvidar esos momentos en los que paseamos por un centro comercial y llenamos nuestro carro con nuevos artículos de los que nos hemos encaprichado, pero una vez adquiridos, nos damos cuenta que éstos no han producido en nuestra vida el cambio que esperábamos y entonces nos sentimos más insatisfechos e infelices que antes, porque vemos cómo esa "adquisición" no ha conseguido llenar nuestras expectativas y en realidad nos aleja aún más de la felicidad. De nuevo entra en juego la fecha de caducidad, porque aquello que no forma parte de nuestra vida y tanto deseamos, ya sea una experiencia, una persona o un objeto, nos deja de interesar en cuanto pasa a formar parte de nuestra vida y así vamos atesorando instantes de felicidad caducados que nos producen más monotonía y aburrimiento.

Otras veces compramos productos que tienen una fecha de caducidad muy tardía, los guardamos en un armario y nos olvidamos de ellos, pensando que ya los consumiremos más adelante y al cabo del tiempo nos damos cuenta que han caducado. Esto mismo nos ocurre cuando posponemos lo que deseamos hacer para más adelante, pensando que tendremos tiempo y entonces las circunstancias de tu vida cambian y nunca puedes llevarlo a cabo y te pierdes el momento en el que había sido posible hacerlo, volviendo a caducar una vez más tu posibilidad de felicidad presente.

Y si la felicidad tiene fecha de caducidad ¿qué ocurre con los seres humanos? porque nuestra fecha de caducidad no se produce exclusivamente al morir, se produce cuando nos quedamos paralizados y perdemos las ilusiones, las ganas de seguir adelante y la capacidad para reinventarnos a nosotros mismos. Nuestra fecha de caducidad es un pasaporte hacia ninguna parte, hacia aquel lugar donde no te gustaría viajar, pero en el que has estado demasiadas veces.

Nuestra vida está formada por esos momentos de espera que vivimos resignadamente pensando que cuando terminen llegará la verdadera felicidad y es justo en ese instante cuando nuestra felicidad caduca, porque ya no aprovechas el presente, que  aparece en tu vida como un momento único e irrepetible para ser feliz. Por eso no dejes nunca de tener una ilusión o de luchar por un sueño. Un sueño no tiene por qué ser una meta inalcanzable y alejada de la realidad. No pienses en aspiraciones imposibles y dime tan sólo qué te gustaría hacer hoy, piénsalo detenidamente, porque aquello que desees hoy se convertirá en la materialización de tu sueño y en la posibilidad de tu felicidad presente, la única que tenemos. No te engañes a ti mismo pensando que lo mejor está por llegar, porque lo mejor es lo que tienes ahora y de ti depende el que así sea.

Así que, si alguna vez piensas que tu problema es que no eres feliz, tal vez el secreto está en saber aceptar que todo en la vida tiene un principio y un final y que para todo existe una fecha de caducidad. Algunos periodos de tu vida serán de gran tristeza y otros de gran felicidad, por eso debes vivir intensamente aquellos momentos en los que la felicidad llame a tu puerta e intentar prolongar la fecha de caducidad de ese instante y cuando estés triste o desanimado, el recordar los momentos felices que has vivido te ayudará a vencer los paisajes de dificultad por los que a veces la vida te hace caminar.

¿Cuánto quieres que dure tu felicidad? Puede que tu felicidad no sea eterna ni dure para siempre, pero de ti depende su fecha de caducidad.

 

domingo, 9 de febrero de 2014

LA OCASIÓN ESPECIAL

¿Alguna vez has reservado algo para una ocasión especial? Hace un tiempo una de mis mejores amigas me regaló un paraguas precioso, con un mango antiguo que me recordaba al que usaba Mary Poppins en mi película favorita de la infancia, tal vez por eso solía llamarlo así. Tan bonito me parecía el paraguas que temía que sus finas varillas se rompieran o estropearan en un día de viento o lluvia intensa, así que solía reservarlo para una ocasión especial. Y mientras este hermoso paraguas permanecía solitario, colgado en una percha detrás de la puerta de mi habitación,  yo seguía usando mi viejo paraguas de siempre, que había aguantado en más de mil batallas.

Hoy era un sábado de invierno como otro cualquiera, amenazaba lluvia pero probablemente no llovería, así que me pareció el momento ideal para llevar mi paraguas de Mary Poppins, pues seguramente no tendría que usarlo y se mantendría en perfecto estado, como siempre. Sin embargo por la tarde, cuando regresaba a casa en metro, iba subiendo por una escalera mecánica que repentinamente se estropeó y se detuvo, por lo que tropecé y perdí el equilibrio, estando a punto de caerme. Aparentemente no había sucedido nada, pero cuando miré mi paraguas me di cuenta que se le había roto el mango y ya nunca más podría volver a usarlo. Así que he visto decepcionada cómo mi paraguas a estrenar, se ha roto incluso antes de que llegue la ocasión especial de usarlo.

Esto me ha recordado a una situación parecida que viví en mi infancia. Cuando era pequeña iba a jugar a casa de una amiga que tenía muchos hermanos. Mi amiga y su familia solían hacer su vida diaria en una salita muy pequeña, donde apenas cabían todos incómodos y apretados, sin embargo, la casa disponía de un gran salón decorado con cuadros y muebles antiguos muy bonitos que siempre permanecía cerrado. Yo no podía entender esto, pero la madre de mi amiga decía que sólo lo utilizaban en celebraciones especiales y de esta forma siempre estaba ordenado y los muebles se conservaban en buen estado. Unos años después, mi amiga y sus hermanos, por diferentes circunstancias de la vida,  se tuvieron que ir a vivir a ciudades alejadas de nuestra ciudad natal, algunos incluso  se marcharon a trabajar fuera de España y apenas disponían de tiempo para visitar a sus padres más que una o dos veces al año. Así que el gran salón siguió cerrado, puesto que las oportunidades de ocasión especial escaseaban. Tal vez de haber sabido que sus hijos se marcharían tan lejos, la madre de mi amiga se habría dado cuenta que en realidad cada día que habían pasado juntos había sido un momento único, ahora desperdiciado, para disfrutar juntos del gran salón que siempre había permanecido cerrado. Estoy segura de que si la madre de mi amiga pudiera retroceder en el tiempo y considerar cada día como una ocasión especial, lo habría hecho, pero desafortunadamente las agujas del reloj sólo giran en una dirección y a veces se nos olvida vivir plenamente el presente pensando que un futuro mejor nos espera.

¿Cuántos momentos de tu existencia reservas para esa ocasión especial que nunca sucede? Tal vez esa joya familiar que atesoras aguardando para lucirla en ese gran evento al que nunca te invitan o ese traje que apenas usas esperando el día especial para llevarlo puesto, permanezcan guardados toda tu vida porque piensas que no ha llegado la ocasión especial de hacerlo. Quizás piensas en estos instantes en esa persona que siempre ha estado a tu lado y a la que sólo dices te quiero o le haces un regalo el 14 de febrero o el día de vuestro aniversario, cuando ¿acaso no la sigues queriendo los 363 días restantes del año? y es que cualquier día es el momento perfecto para sorprenderle y demostrarle tu afecto.

No reserves el viaje de tu vida para cuando tengas tiempo o te jubiles, porque tal vez ese momento nunca se produzca. No esperes a que lleguen las vacaciones para leer tu libro favorito o para hacer aquello que más te gusta, ni a que sea 31 de diciembre para desearle los mejores propósitos a un gran amigo y luego olvidarte de él en cuanto las campanadas dan la bienvenida al nuevo año. No esperes un ascenso para descorchar una botella de champán, ni a que sea tu cumpleaños para darte un capricho, ni aguardes a que España juegue la final del Mundial para pasar una tarde tomando cervezas con tus amigos.

No puedes abandonar tu vida en espera de la ocasión especial, porque seguro que muchas ocasiones especiales se te han escapado esperando a que llegue ése gran momento y en ese preciso instante es cuando te lo pierdes, porque la ocasión especial siempre ha estado ahí, en las pequeñas cosas que forman parte de tu vida y te acompañan cada día, pero tú no has sabido verlo, porque crees que un momento especial sólo sucede cuando se produce un gran acontecimiento que cambia tu vida y entonces tú mismo te cierras la posibilidad de que ese instante mágico se produzca, porque no crees en él. Cualquiera que sea tu religión o tu creencia, cada día es una ocasión especial para celebrar la vida y para sentirte agradecido por estar aquí y por tener el privilegio de comenzar un nuevo día y aunque a veces el destino te lleve por caminos difíciles, lleno de obstáculos y piedras y no encuentres sentido a tu vida, si puedes escuchar el latido de tu corazón y demostrar tu coraje y tu valía, es porque tu vida tiene un sentido y un valor y así es cómo deberías verlo.

Devolver una sonrisa, dar las gracias o decir te quiero, escuchar una bella canción, dar un paseo por el parque con tu hijo, comer tu plato favorito, contemplar la puesta de sol o compartir un rato con tus seres queridos son ocasiones especiales que pueden suceder cuando tú decidas.

Si cada día te regala el privilegio de contemplar el amanecer y puedes observar cada anochecer el resplandor de la luna y las estrellas, encontrarás que no hay ocasión más especial que ésta y sucede exactamente cada veinticuatro horas.

Tu vida entera es una ocasión especial y si lo consideras de esta manera, vivirás intensamente y celebrarás cada día ser el protagonista de cada momento de tu existencia.

No esperes más tiempo para vivir una ocasión especial y empieza ahora, desde este mismo segundo....



martes, 4 de febrero de 2014

EL ROMPECABEZAS

Cuando era pequeña sentía cierta fascinación por los rompecabezas. Admiraba el modo en el que una figura podía ser obtenida a partir de piezas aparentemente inconexas entre sí que por sí solas parecían no tener ningún significado y que unidas formaban un todo. Recuerdo la frustración que sentía cuando no conseguía encajar todas las piezas y, en contrapartida, la gran satisfacción al contemplar la obra terminada.

Cuando el rompecabezas está sin resolver se produce en nosotros la duda. Cada pieza representa la incertidumbre, porque por sí sola no significa nada para nosotros y queremos encajarla cuanto antes para ver el rompecabezas terminado y aunque a veces el resultado sea diferente al que esperábamos, el sólo hecho de contemplar algo que reconocemos fácilmente, nos produce tranquilidad, estabilidad y nos hace entrar en la zona de confort, lo conocido. Lo mismo sucede con nuestra vida cotidiana, a menudo queremos dar estabilidad a nuestra existencia buscando el encaje perfecto ante situaciones sin resolver y entonces nos precipitamos y encajamos las piezas equivocadamente, obteniendo un resultado diferente al esperado y dando lugar a un nuevo rompecabezas que nos aleja de nuestras metas personales. En esos momentos sentimos que nuestra vida no marcha bien y es porque la rapidez con la que desarrollamos nuestra existencia y la falta de conexión con nosotros mismos, hace que consigamos el efecto contrario y que nuestro rompecabezas tenga cada vez más piezas separadas entre sí, cuando la realidad es que cada pieza requiere un tiempo y un espacio para desarrollarse y encontrar su lugar exacto.

La gran mayoría de piezas que conforman nuestro rompecabezas las vamos adquiriendo a lo largo de los años, es por ello que a veces tenemos la sensación de vacío, por aquello que anhelamos conseguir pero aún no ha llegado a nuestra vida. Otras veces sentimos que nos sobran piezas, es decir, situaciones que desearíamos no haber vivido y que preferiríamos olvidar cuanto antes, puede incluso que nos encontremos con piezas duplicadas, exactamente iguales entre sí, porque la vida pone en nuestro camino las mismas experiencias una y otra vez hasta que conseguimos superarlas. Y hay ocasiones en las que deseamos las piezas de los rompecabezas de otras personas, pensando erróneamente que son mejores que las nuestras.

El rompecabezas de nuestra vida está formado por nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. En el pasado está el comienzo, nuestro punto de partida y de referencia, por ello es fundamental conocernos a nosotros mismos, pues nuestro origen forma la primera pieza de nuestro rompecabezas y nuestra educación determinará la posición que adquirirán las demás piezas a lo largo de nuestra vida. El presente es el ahora, nuestro momento y el futuro el resultado, la proyección de nuestro presente. A veces nos pasamos gran parte de nuestra vida viajando a través del tiempo para intentar encajar todas las piezas y en esa búsqueda del encaje perfecto de nuestro rompecabezas nos olvidamos de lo más importante: vivir en el momento presente, aun cuando sólo dure un instante. El presente es el único lugar en el que podemos modificar cada pieza y encontrar la solución a todas las incógnitas de nuestra vida.

Si alguna vez te preguntas cómo puedes resolver el rompecabezas de tu vida, sólo cuando llegues a un conocimiento profundo de ti mismo, te darás cuenta que en realidad no te falta ni te sobra ninguna pieza, ni necesitas pasarte la vida entera intentando encajarlas entre sí. Lo extraordinario de la vida te enseña que todas las piezas que conforman tu rompecabezas son necesarias para tu crecimiento y evolución personal. Y por eso, tu rompecabezas es perfecto.

sábado, 1 de febrero de 2014

LO QUE PERMANECE

Esta tarde mientras paseaba por la Gran Vía he contemplado la belleza de algunos edificios y esculturas que, desafiantes al paso del tiempo, siempre han estado ahí, imponentes y atrayentes, pero a su vez invisibles para casi todos. La mayoría de las veces no apreciamos lo que estamos viendo y es porque miramos, pero no vemos y es justo en ese preciso instante cuando lo importante pasa desapercibido, es decir, aquello que permanece.

Lo que permanece es lo auténtico de las personas, de las cosas, de las situaciones y de los hechos, lo que trasciende a las modas y perdura a través del tiempo. Lo que permanece es como el viento, llega a todos los rincones del universo y habita en el interior de nuestra alma. Nuestros antepasados nos transmitieron su conocimiento de la misma manera que nos enseñaron a usar el fuego, sin embargo aquello que está siempre a nuestro lado es pronto olvidado y centramos nuestra existencia en lo que no permanece y carece de autenticidad.

Hoy quiero invitarte a que descubras la verdadera esencia de lo que permanece y todo aquello que antes era invisible a tus ojos cobrará un nuevo sentido. Encontrarás respuestas a preguntas que antes suponían una incógnita sin resolver en tu vida, descubrirás nuevas oportunidades de negocio donde antes no veías salida, desarrollarás en ti mismo valores de los que pensabas que carecías y redescubrirás personas que siempre han estado a tu lado, pero parecían invisibles a tus sentidos. Cuando valoras lo que permanece, comienzas a mirar tu entorno con un cristal diferente y captas el  significado auténtico de lo que te rodea. Es como cuando paseas por un parque y de pronto descubres un paisaje maravilloso que siempre ha estado ahí y antes no habías sabido ver porque habías cerrado los ojos a lo que permanece.

Los seres humanos nos encontramos en una búsqueda incesante de nuevas experiencias, nuevos amores, nuevas sensaciones y nuevas partes de nuestro ser y nos quedamos ciegos de aquello que permanece y  es así como el más bello edificio, canción, oportunidad o persona se convierten en inexistentes, a pesar de estar aquí ahora presentes. Aparecen y  desaparecen de tu vida para siempre, como si nunca hubieran existido.  Pero más allá de tus circunstancias y de tu momento presente, dentro de ti se encuentra el poder de recuperar el valor de lo que permanece y su verdadera esencia.

Sólo debes escucharte a ti mismo y escuchar el lenguaje del universo y cuando entiendas su verdadero significado, sólo entonces habrás descubierto que lo que permanece forma parte de ti desde el momento de tu nacimiento y siempre caminará contigo, a tu lado y dará sentido a toda tu existencia. Si miras el mundo desde esta perspectiva, alcanzarás una nueva dimensión de la realidad que te rodea y dejarás de buscar tu bienestar en lo efímero y fugaz, porque es en lo que permanece donde se encuentra la llave que abre la puerta que te conduce hacia el camino de la verdadera felicidad.