domingo, 25 de octubre de 2015

LA PASTILLA DE LA FELICIDAD

Hoy me gustaría compartir contigo algo que me ha sucedido estos días a consecuencia de un problema de salud que comenzó hace varios meses. Inicialmente dudaba en escribir sobre este tema, porque es algo muy personal en el que cada uno tiene su particular opinión y quizá pueda producirme una sobreexposición, pero como en este espacio comparto mis vivencias personales, he pensado que quizá pueda ayudar a alguien con lo que voy a contar a continuación.

Hace unos meses comencé a sufrir dolores de cabeza tensionales sin conocer el origen y a qué era debido, pues sucedió de un día para otro, como suele ocurrir con casi todo en esta vida. Eran dolores muy fuertes que no había padecido con anterioridad y que no desaparecían con los analgésicos tradicionales. Acudí al médico y después de derivarme a diferentes especialistas, entre ellos el neurólogo, que no supo ver la causa, finalmente y por petición propia, fui al especialista en cirugía maxilofacial, quien tras realizarme una resonancia magnética, determinó que el problema es debido al bruxismo que padezco desde hace varios años, que me ha generado una disfunción temporomandibular. Para evitar este problema se suele usar una férula de descarga por las noches y yo la usaba desde hacía tiempo, así que no sabía por qué de repente me venían estas molestias. En las personas con disfunción temporomandibular, los problemas en la articulación y los músculos que la rodean pueden causarles:
- Dolor que se disemina hacia la cara, la mandíbula o el cuello.
- Rigidez en los músculos mandibulares.
- Limitación del movimiento o bloqueo en la mandíbula.
- Chasquidos dolorosos al mover la mandíbula.
- Cambios en la alineación de los dientes superiores o inferiores, entre otras cosas.

Hace varias semanas, cuando acudí al médico para que me diera el resultado de la resonancia magnética, me comentó que no se apreciaba un problema articular, ni nada serio y que en realidad, el problema de este tipo de dolencias es que suelen tener un alto componente emocional, originado por la ansiedad y el estrés y que por este motivo veía conveniente que me viera el especialista en psiquiatría, pues me ayudaría a aliviar este tipo de molestias.

Yo ya sabía que si iba a un psiquiatra, de entrada me iba a mandar antidepresivos, (de esto hablaré más adelante), pero de todas formas quise acudir a la consulta, pues quería exponerle mi caso y decirle a qué se debía mi aparente estado de "estrés y ansiedad" que el médico había comentado. Cuando acudí a la consulta, tuve que contarle otra vez todo el historial completo, que llevaba desde el mes de abril con cefaleas tensionales producidas por el bruxismo y que eso también me generaba dolores contracturales en las cervicales y que ya me estaba tratando una osteópata y fisioterapeuta y me encontraba bastante mejor. La psiquiatra me preguntó si sabía por qué podía estar estresada o preocupada y le comenté que sí, que por supuesto sabía porqué me pasaba todo esto y es porque como muchas personas en este país que tienen una vida encauzada y un trabajo estable, había sufrido un despido improcedente de un día para otro sin ningún tipo de consideración y esta situación se había ido prolongando en el tiempo, causando una gran incertidumbre en mi vida ante un futuro tan inseguro e inestable, en el que no sabes si mañana vas a poder seguir pagando la hipoteca o si vas a volver a tener un trabajo estable con un contrato y un sueldo decente alguna vez en tu vida. Porque, seamos realistas, muchas personas piensan así hoy en día a tenor de como está el mercado laboral y de lo difícil que resulta siquiera el que te llamen para una entrevista de trabajo, a no ser que vayas con una recomendación en la mayoría de los casos.

La psiquiatra apuntó todo lo que le dije y cuando terminé de hablar, me dijo que en realidad el problema es, que yo soy una persona demasiado sensible y como soy demasiado sensible, todo me afecta en mayor medida y que por ese motivo me iba a recetar un antidepresivo que me ayudaría a estar más relajada y a su vez a que desapareciesen los dolores miosfaciales que padecía. Le dije que no quería tomar antidepresivos, pues tienen muchos efectos secundarios y hace bastantes años ya había tomado un ansiolítico y no me había sentado nada bien y la psiquiatra me dijo que no debía de darle más vueltas y que tampoco tenía que comentarlo con mi familia ni leerme el prospecto, pues sino nunca tomaría nada, que simplemente incluyese los antidepresivos en mi rutina diaria y que mi vida cambiaría. Le pregunté durante cuánto tiempo debía tomarlos y me dijo que "indefinidamente", además me comentó lo siguiente: "mira, esto es como un diabético que debe ponerse insulina cada día porque tiene un exceso de glucosa en la sangre, pues con los antidepresivos es lo mismo, los tomas a diario y así estarás bien siempre, como los diabéticos".

No es lo mismo, pensaba yo, pues una persona que en un momento de su vida tiene un problema determinado y más adelante consigue solucionarlo o sus circunstancias cambian a mejor, no tiene por qué necesitar apoyarse en antidepresivos, mientras que una persona diabética, lo es de por vida y siempre va a necesitar insulina. Con lo cuál, su ejemplo no me servía para nada.

Pero aún quiero contarte algo más. Cuando me dijo el nombre del antidepresivo que debía tomar, busqué el prospecto en internet y le dije que en el mismo ponía que podía aumentar la tendencia de una persona a suicidarse y cito textualmente lo que pone en el prospecto: "Pensamientos de suicidio y empeoramiento de su depresión o trastorno de ansiedad. Si se encuentra deprimido y/o padece trastornos de ansiedad, puede en ocasiones tener pensamientos de autolesión o de suicidio. Estos pensamientos pueden verse incrementados al principio del tratamiento con antidepresivos". 

Después de comentarle esto, la psiquiatra me dijo: "claro, porque los antidepresivos lo que hacen es animar a las personas y si ya tienes esa idea de suicidarte, esto hará que al estar más animado, te entren más ganas de hacerlo"...vaya, pensé, qué pena no haber podido grabar la conversación, porque es digna de un monólogo de esos que hacen hoy en día los humoristas. O sea que encima el antidepresivo puede llegar a animarte tanto que...¿puedes terminar quitándote la vida y por lo tanto producirte el efecto contrario?. Menuda sorpresa.

Para colmo, me puse a leer algunos comentarios de personas que lo habían tomado y casi todas decían que generaba una gran dependencia y que una vez que lo dejabas, te sentías tan mal como al principio y que debías volver a tomarlo para volver a llevar una vida normal. Con todas estas conclusiones, aparte de la consulta tan surrealista que tuve con esta peculiar psiquiatra propia de una película de Woody Allen y tras haber hablado con amigos que han tomado antidepresivos en algún momento de su vida y me han comentado que no les han ayudado a solucionar su situación personal sino más bien todo lo contrario, decidí que NO iba a tomar ningún antidepresivo, así que no los he tomado, ni los voy a tomar. Es mi decisión personal.

Por supuesto, debo decir que no tengo nada en contra de los antidepresivos y que respeto muchísimo a todo aquel que necesita tomarlos por diferentes circunstancias. Conozco a personas que han sufrido pérdidas irreparables en su vida, que son difícilmente superables en condiciones normales y afrontan situaciones muy duras a diario en las que necesitan ayuda, también conozco a personas que padecen graves depresiones desde jóvenes y no tienen más remedio que tomar antidepresivos, porque se sienten realmente mal y no pueden salir adelante sin ellos. La depresión es una enfermedad muy seria que debe ser bien diagnosticada y convenientemente tratada, pero ésta no es mi circunstancia. Yo no estoy deprimida. Soy plenamente consciente del momento que estoy viviendo y lo he aceptado, sé que lo que me sucede es parte de una etapa de mi vida, ocasionada en gran parte por la situación actual que sufre nuestro país y que tarde o temprano terminará cambiando y quiero estar presente en todo lo que me sucede de forma natural, no artificial. 

Todos tenemos temporadas mejores y temporadas peores y unas veces estamos más animados y otras menos, pero si tomo un antidepresivo prescindiría de sentir emociones tan naturales en un ser humano como es el mero hecho de que un día puedo sentir deseos de llorar por algo y otros una sonrisa puede asomar a mi rostro por algo que me ha producido una felicidad infinita y sinceramente no quiero renunciar a surfear por la vida y a experimentar la refrescante sensación de estar unas veces arriba, en la cresta de la ola y otras abajo, buceando por el mar y observando con perspectiva todo lo que sucede a mi alrededor o bien ser arrastrada por la corriente, pero siempre sin perder de vista el horizonte. Creo que el dolor emocional es parte de la vida de cada ser humano, al igual que la felicidad o la alegría y no debemos renunciar a ello, porque ese proceso de dolor te ayuda a crecer como persona, a reconstruirte por dentro  y a encajar todas tus piezas y hace que generes mecanismos de defensa que te ayudan a enfrentarte a situaciones que en ocasiones se pueden tornar más adversas. Porque, si a la primera de cambio tomas un antidepresivo, ¿qué harás cuando tengas que afrontar problemas mayores?

Por lo tanto, la mejor pastilla de la felicidad que te puedes recetar a ti mismo, es trabajar en tu propia motivación y autoestima y por supuesto conocerte a tí mismo. Eso requiere tiempo, mucho tiempo. A mí me ha llevado 39 años, que es la edad que tengo ahora mismo y aún así hay aspectos de mí misma que aún desconozco y en los que me gustaría profundizar, pero eso también me genera el convencimiento de que todos podemos llegar a ser quienes deseamos ser, con independencia de las circunstancias que nos ha tocado vivir y también me estimula para seguir creciendo como persona y para pensar que no debo rendirme, ni tirar la toalla, ni tú tampoco debes hacerlo. Además hay otras formas de relajarse o desconectarse que te pueden ayudar, como hacer alguna actividad física o deportiva, ir a clases de yoga o meditación, caminar, escuchar música, leer un buen libro, compartir tiempo con las personas que te quieren y apoyan o simplemente desarrollar algún hobby que te interese, eso mantendrá tu mente ocupada y te evitará el estrés de estar pensando en tu situación actual las 24 horas del día. Quizá te parezca una tontería, pero cuando tengo un día de bajón me encanta ponerme a bailar y dejarme llevar por la música, sabiendo que ese momento de desconexión es mío y que nada ni nadie pueden herirme o molestarme, porque es mi momento mágico, donde sólo estoy yo y la realidad que me rodea y es sólo para mí. Tú también puedes crear esos espacios, con "tus momentos de desconexión" que sean sólo tuyos y te sirvan para recargar las pilas. 

Así mismo debemos tener en cuenta que a veces la vida nos da "un tiempo extra", que inicialmente puede llegar a agobiarnos cuando nos encontramos desocupados durante un largo espacio de tiempo, pero que es necesario para que aprendamos a conocernos mejor a nosotros mismos y para que nos demos cuenta de para qué estamos realmente aquí. Los seres humanos vivimos inmersos en una prisa constante, todo pasa rápidamente ante nuestros ojos, la mayoría de las veces dentro de un mundo virtual alejado de la realidad, sin que seamos conscientes de la existencia que estamos viviendo y de lo infelices que somos en la mayoría de los casos. 

Ahora es tu oportunidad, ha llegado tu momento. Si te paras, podrás revisar tu comportamiento y modificar aquellas pautas erróneas que te generan infelicidad. Por eso a veces es necesario una pausa, un stop en tu vida para reorientar tu carrera profesional o tu situación personal y girar el rumbo hacia el lugar que realmente te hace feliz. Entonces te das cuenta que al avanzar tú, las cosas que están a tu alrededor también cambian y mejoran.

Con respecto a la incertidumbre, me gustaría comentarte lo siguiente y es que si nos atenemos a lo que hay en este momento, entonces la incertidumbre deja de existir. Por lo tanto, no pienses en qué pasará mañana y céntrate en el día de hoy, en cómo debes afrontar lo que tienes que hacer en este momento y en cómo te sientes ahora mismo. Tanto si tienes trabajo como si no lo tienes, hoy en día la incertidumbre es igual para todos los seres humanos, porque nadie sabe qué va a pasar mañana, ni si su vida va dar un giro de 180 grados. Sin embargo, sí sabes qué va a suceder hoy y eso, en gran medida, depende de la forma que tienes de ver la realidad que te rodea y de cómo decidas enfrentar los retos de tu existencia diaria. Y aquí juega un papel fundamental tu actitud ante la vida, ante tí mismo y ante las personas que te rodean.

Yo he aprendido mucho durante este tiempo y creo que he mejorado muchas capacidades que antes no tenía desarrolladas, así que creo que la crisis actual es ese motor que nos impulsa hacia el camino que siempre hemos deseado seguir en la vida y al que antes ni siquiera teníamos acceso, porque no nos atrevíamos a dar el paso siguiente. La crisis ha generado que se abran grandes puertas para muchas personas que han comenzado una nueva vida que les hace ahora más felices, ha desarrollado nuevas maneras de concebir los negocios y formas más creativas de generar nuevas ideas, por lo tanto, debemos ver el lado positivo y no sólo la parte negativa. La crisis nos ha despertado, porque hace unos años casi todos estábamos dormidos y nos levantábamos como autómatas para ir al trabajo y no teníamos tiempo de pensar en nada más que en esa rutina que nos consumía a diario. Y es cuando no se tiene nada, cuando uno comienza a iluminarse y a darse cuenta de cómo quiere que sea su vida a partir de este preciado momento.

Me gustaría terminar estas líneas animándote a que hagas aquello que realmente te haga feliz, aunque los demás piensen que es una tontería o inicialmente no te atrevas. Da igual la edad que tengas, nunca es tarde para perseguir tus sueños. Sé tú mismo, porque aquello que te llene como persona y sea agradable para ti, es lo que en realidad te produce endorfinas y genera serotonina y no una pastilla artificial que te genera dependencia y hace que dejes de ser tú mismo, porque crees que todo lo que eres se lo debes a esa pastilla y no a tí mismo y es en uno mismo donde en realidad comienza todo, ahí radica el éxito de tu felicidad y del camino que deseas seguir en la vida. La clave está en ti.












1 comentario:

  1. Me he sentido muy identificado con tu historia.
    El mejor antidepresivo es sin duda la motivación por un objetivo que nos acerque a nuestros sueños.

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