domingo, 15 de diciembre de 2013

CUANDO LLEGUE ENERO

¿Eres de los que se hacen propósitos para el nuevo año? Porque quien más, quien menos, todos nos proponemos empezar cada año de forma renovada y así estrenarnos a nosotros mismos en el que será el año definitivo de nuestra vida. Así, llegas al 31 de Diciembre y sigues todos los rituales propios de esa noche. Te pones tu mejor traje e iluminas tu noche con una gran sonrisa, preparado para dar la bienvenida al que por fin será tu gran año.

Los propósitos que nos hacemos son de lo más variado, pero a menudo coinciden con los de la gran mayoría, así que mientras suena la primera campanada algunos deciden ponerse en forma apuntándose a un gimnasio, repica la segunda campanada y piensas en cambiar un aspecto de tu carácter que no te gusta, con la tercera esperas que este año que comienza encontrarás al amor de tu vida o te casarás con tu pareja si ya la tienes y con la cuarta brindarás por empezar el año con un nuevo trabajo, llega la quinta y decides cambiar tu rutina y con la sexta tener un hijo, con la séptima hacer nuevos amigos, en alguna de las últimas campanadas planeas realizar el viaje de tu vida y casi te atragantas porque te quedan más uvas en el plato que campanadas,  así que al final brindas con tu copa mirando al cielo agradecido por tu buena salud y deseando hacer realidad todos y cada uno de tus propósitos.

Lo malo es que muchos de estos propósitos desaparecen con la misma rapidez que las burbujas desaparecen de nuestra copa de champán el 31 de diciembre y se quedan en meras intenciones que no llegamos a hacer realidad, así que, cuando damos el salto al 1 de Enero y comienza un nuevo año, nos desilusionamos al ver que todo sigue igual en nuestra vida, en algunos casos porque cambiar una situación no depende exclusivamente de nosotros, como el hecho de encontrar trabajo y la mayoría de las veces  porque no ponemos la actitud y fuerza necesarias para que todo cambie y cuando termina la Navidad nos encontramos más gordos, más pobres, con menos vitalidad, con la temible cuesta de Enero ante nosotros y en el mismo escenario. Así que como resultado, nos sentimos exhaustos.

En mi casa todo lo importante se ha dejado siempre para "Cuando llegue Enero". Para mi abuelo era una especie de filosofía de vida. Solía decir que los últimos días del año eran para descansar, estar con la familia y pensar en nuevos proyectos que debían ponerse en marcha en Enero, tras brindar por un nuevo comienzo. Ése era su lema. Y como mi padre siempre ha seguido los consejos de mi abuelo, hace unos años decidió dejar de fumar con el comienzo del nuevo año. Así que  mi madre lo llevó a una clínica donde te hipnotizan  y hacen que te olvides hasta de tu nombre. El caso es que mi padre volvió a casa como nuevo, pero a las dos semanas empezó a arañar las paredes y entonces empezó a fumar a escondidas y de ahí pasó a los dos paquetes de toda la vida. Total que tiró la toalla. Tanto rollo para nada y es que no sé por qué los mayores tienen tan poca fuerza de voluntad. Ellos te obligan a todo pero luego no cumplen lo que prometen y qué mal ejemplo nos dan a los hijos a veces.
 
 Luego fue mi madre. Siempre quiso tener una niña y para ella fue una decepción tremenda tener un niño pues no podía vestirme ni peinarme igual que ella, como esas famosas que ve en las revistas, que convierten a sus hijas en su versión mini yo. Asi que, hace varias navidades mi madre se empeñó en tener una niña, compró ropita de color rosa e incluso pidió ese deseo en su carta a los Reyes Magos. Entonces llegó mi padre y le dijo la frase mágica: "no te preocupes, cuando llegue Enero la encargaremos", ¿y sabes qué?  al final mi padre le regaló un perro y en Enero mi madre se olvidó de todo y convirtió a Scooby en el centro de su existencia. Y después fue la idea de adelgazar, luego la de regresar a la universidad y un sin fin de cosas más que ya ni recuerdo...todo en mi casa se dejaba para Enero y ya sabes tío, como en el Triángulo de las Bermudas, el propósito desaparecía sin dejar rastro.

Y ahora mientras riego las plantas de mi casa y las veo lentamente crecer de la misma manera que veo lentamente crecer mis sueños, pienso otra vez en la maldita frase de "cuando llegue Enero" que los mayores suelen repetir hasta la saciedad para marcarse objetivos y metas que saben que nunca cumplirán y uno se pregunta por qué la gente va aplazando indefinidamente aquello que quiere hacer cuando saben que en realidad nunca lo harán, ni tendrán tiempo más adelante. Quien quiere hacer algo diferente, no lo dice, tan sólo se pone manos a la obra y lo hace en ese momento.

¿Y sabes qué tío? eso he hecho yo. Con el dinero que me dejó mi abuelo, me he pagado un curso de inglés en Londres y en Enero dejaré la casa de mis padres y me marcharé a estudiar y a buscar trabajo a Londres. Adiós a las obligaciones y rollos de mis viejos y hola a mi nueva vida. Y no le he dicho esto a nadie, a mis viejos ni media palabra tío, porque entonces puede que ya no lo haga nunca, como ellos. Puede que me equivoque pero ¿sabes qué? correré ese riesgo y haré realidad mis sueños y lo mismo te aconsejo tío, cuando quieras algo en la vida, hazlo ahora, ve a por ello y no lo aplaces indefinidamente buscando las circunstancias perfectas de tu vida, porque tal vez nunca aparezcan. Las circunstancias perfectas debes crearlas tú cada día, de la misma manera que no basta con soñar, debes trabajar y construir tus sueños para hacerlos realidad.  Así que dime: ¿Qué harás tú cuando llegue Enero?...Mejor no me lo digas amigo y simplemente hazlo.

Con esto me despido de ti, no sin antes decirte que mi propósito para el nuevo año es desearte de corazón que hagas realidad todos y cada uno de tus sueños, pero para ello, comienza ahora, no esperes a que llegue Enero.
 

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